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Aunque el clima se empeñe en ser más primaveral u otoñal que invernal, acabamos de celebrar una nueva Navidad, la primera tras las restricciones de la reciente crisis pandémica. Las manifestaciones festivas han retomado su forma: pesebres, cabalgatas y celebraciones recordando que, aunque sea pasajero, ... la serenidad y el buen querer es primordial.
La tradición pervive a través del tiempo señalando al 25 de diciembre desde las saturnales romanas celebrando a Saturno, dios de la agricultura y la cosecha, así como el nacimiento de Apolo (según el calendario de Julio César) deidad greco-romana de la luz, la verdad o las artes a la vez protectora que amenazadora; y es el significativo día del nacimiento de Jesús de Nazaret en la religión cristiana.
La Navidad constituye un estado de ánimo colectivo, donde emergen valores humanísticos; un oasis de serenidad y buenos sentimientos que debe hacerse un lugar entre tanta profecía apocalíptica y nuevas maneras, algunas provenientes de la cultura 'fake' que saturan de paisajes con nieve falsa y personajes o humanos americanizados. Este entorno de naturaleza amigable no se libra de los zarpazos de aquellos que quieren prohibir símbolos tradicionales como el pesebre, como está sucediendo en varias ciudades francesas como Perpignan, o los 'influencers' que esperan muchos 'likes' en TikTok mostrando el árbol de Navidad del revés.
Navidades que luchan por su preservar el significado tradicional frente a un mundo polarizado en el que la sinrazón de países invasores como Rusia, o tiranos como Irán, Afganistán o Arabia Saudí (entre otros) atentan impunemente contra la vida. En estos países, la gente de buena intención lucha dando su vida para defenderse, o calla porque al que grita se le asesina vilmente como escarnio y modelo de qué sucede si se defiende la libertad y los derechos humanos. Navidades en las que el mundo democrático mira atemorizado lo que sucede alrededor esperando un milagro navideño y en el que algunas voces se levantan apoyando a los que gritan sin miedo, o se defienden a costa de su vida. Navidades que, en España, preludian un enero en el que la cuesta arriba tradicional se verá endurecida por la inflación anunciada y las huelgas previstas en sectores importantes para el funcionamiento de la sociedad: medicina y educación.
Según Einstein: «Dos cosas son infinitas: el universo y la estupidez humana, y de la primera no estoy seguro». Felices fiestas frente a la estupidez.
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