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Se ha cumplido un mes de la formación del nuevo Gobierno, en el que entraron siete ministros, Iceta cambió de cartera y Nadia Calviño, Yolanda Díaz y Teresa Ribera ocuparon por este orden las tres vicepresidencias. Realmente, el cambio ha sido profundo pero el tono ... del equipo se mantiene invariable. Incluso persisten los roces entre los ministros socialistas y de Unidas Podemos, ya no digamos con la oposición, como si nada hubiera cambiado. El relevo tuvo lugar en un ambiente preveraniego, con el Parlamento al borde del cierre, por lo que está por ver cómo se desenvolverá el Gobierno en el Congreso, donde la primera vicepresidenta, Carmen Calvo, y el secretario de Organización del PSOE, José Luis Ábalos, llevaron el peso de la representación. En el futuro, no cabe imaginar que la vicepresidenta económica asuma el peso del debate político, no tanto por una cuestión de competencias cuanto por el principio de la división del trabajo: a Calviño le aguardan jornadas muy arduas, ya que 2022 será el año clave de la recuperación. Por supuesto, Félix Bolaños, nuevo ministro de la Presidencia, asumirá la mayor parte de las funciones de Calvo, junto a Adriana Lastra, pero está por ver cómo la formación gubernamental plantará cara en la práctica a los portavoces de la derecha en las zonas más intensas de la alta política. Y sobre todo está por ver si el Gobierno es capaz de atraer y no alejar aún más a un PP con el que está obligado a pactar, sin ir más lejos, la renovación del Consejo General del Poder Judicial.
En terreno material de la actualidad, el cambio más intenso ha sido el de la ministra de Exteriores, que nunca llegó a encajar del todo en el cargo, sustituida por un veterano diplomático, José Manuel Albares, quien sin rodeos ya dijo en su toma de posesión que su misión esencial sería restaurar las dañadas relaciones con Marruecos. España no se puede permitir quebrar su sintonía con el vecino del sur, del que depende el control del islamismo radical en toda Europa, la vigilancia de los flujos migratorios africanos y en definitiva la tranquilidad de una zona estratégica en la que nuestro país tiene sus principales puntos débiles. Poco a poco las aguas han vuelto a su cauce, del que nunca debieron haber salido. Las restantes carteras en que ha habido relevo –Educación, Justicia, Transportes...– requieren un enfoque continuista. Y la ministra de Política Territorial y portavoz del Gobierno, Isabel Rodríguez, deberá conducir la negociación autonómica, un trabajo arduo en cuanto comience la negociación Gobierno-Generalitat.
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