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Envejecer no es fácil, más en una sociedad que huye de ello. Pero si se aspira a una larga vida acorde con las expectativas actuales no hay otro camino que envejecer lo más sanamente posible para disfrutar de unos años en los que hay fuerza ... para vivir con la serenidad y sabiduría que antaño se valoraba en quienes los alcanzaban.
La ciencia demuestra que el envejecimiento óptimo es posible, que el cerebro procesa más lentamente pero con mayor eficacia, y que las posibles pérdidas intelectuales o enfermedades agresivas no son privativas de esas edades. Por ello y con los avances sociosanitarios, la entrada en la vejez se retrasa abriendo unos años óptimos antes de la ancianidad fragilizada, situándola a partir de 75 años, y la ancianidad a partir de 85, convirtiendo en anacrónicas las imágenes de abuelos que parecían ancianos a los cincuenta años. El proceso tiene condicionantes: gozar de buena salud a pesar de las 'goteras' emergentes, amplia apertura y flexibilidad ante el entorno e infinita motivación de aprender diariamente.
La sociedad puede ser poco amable practicando el 'ageismo', menospreciando sus fortalezas, despreciándolas en la vida diaria, o dedicándoles menor atención. Por su parte no faltan jóvenes-mayores reflejo del refrán «el que tuvo retuvo y guardó para la vejez» ejerciendo de guías productivos y serenos, ni escasean los que hacen gala del de «a la vejez, viruelas». Algunos, como Serrat o Elton John, deciden dejar los escenarios cuando, sanos y productivos, entienden que han alcanzado un ciclo de vida que reclama otro estilo activo antes del declive público. Otros persisten, con escasa conciencia o aceptación de que afrontar responsabilidades y ritmos propios de otras etapas supone un riesgo personal y ajeno; son los octogenarios y nonagenarios que no ceden las riendas, o persisten con modelos juveniles como los Rolling Stones. Otros envejecen haciendo gala de generatividad como demostró el gran Toquinho recientemente en Logroño. Me pregunto qué pensar en el caso de la nueva candidatura de Biden a la Casablanca entrados los 80 años, o la desmesurada coronación de Carlos III entrados los 70. ¿Son ejemplos de desfase?.
Es preciso abandonar clichés sin base científica hacia los jóvenes-séniors actuales, respetándolos. Pero también es preciso que cada uno establezca límites para, manteniéndose activo, participativo y generativo, ajustarse al nuevo ciclo evitando el slogan: «No son quienes pensaban que eran», pero clamando a las nuevas generaciones: no empujen, por favor.
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