La nueva Caixabank
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Es impredecible en qué medida la fusión con Bankia va a constreñir o alentar la competencia en el sectorLos consejos de administración de Caixabank y de Bankia dieron ayer su plácet a la fusión que alumbrará la primera entidad financiera en España como colofón a un proceso que se hizo irreversible desde el momento en que tal intención fue comunicada hace dos semanas. La crisis desatada por el coronavirus, que ha puesto en cuestión la rentabilidad de un sector obligado de antes a adaptarse a un tipo de interés cero, imponía la operación como avance de otras venideras. Bastaba la previsión de un leve incremento de la morosidad de las familias y de las empresas para acelerar el paso. Pero el grupo resultante, que conservará el nombre de Caixabank, tampoco lo tendrá fácil para crecer en un escenario ignoto. En lo inmediato, la integración reducirá los costes estructurales mediante un cierre de oficinas que no debería afectar a la calidad del servicio prestado a los clientes y también con una rebaja de plantillas aún por cuantificar. El cálculo preliminar de los ahorros no puede obviar los efectos que entrañe evitar duplicidades en una parte del mercado bancario que sigue vinculado a relaciones de confianza analógicas. Además, a medida que la nueva entidad explote sus ventajas en la banca 'on line' contribuirá a ofrecer cauces a las propuestas de su competencia y de las tecnológicas. Caixabank y Bankia son los primeros en atender los requerimientos de la nueva crisis global. Parten en ese sentido con un margen inicial de ventaja sobre el resto de los integrantes del sector, como se ha comprobado en su valoración bursátil de los últimos días. Pero será crucial que ultimen la fusión sin contratiempos y en lo que resta del año, incluyendo un acuerdo con los sindicatos sobre los ajustes de personal y el consenso partidario que exige la continuidad del Estado en el capital del nuevo banco. Todo ello, asegurando a los clientes y depositarios de Caixabank y de Bankia que no cambiarán los términos de las disposiciones que les vinculan a las entidades en proceso de fusión.
Resulta impredecible en qué medida la nueva Caixabank va a constreñir la libre competencia del sector o acabará alentándola. Ello dependerá del comportamiento del resto de actores del sistema financiero. Especialmente si, ahora, se da lugar a operaciones transnacionales que hagan realidad la unión bancaria en la UE. Unas operaciones de las que el nuevo grupo no puede autoexcluirse.
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