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Noticias irreales

CHUCHERÍAS Y QUINCALLA ·

Teri Sáenz

Logroño

Domingo, 12 de julio 2020, 10:11

El yayo Tasio enciende la televisión y siempre están ahí. Da igual si el encuentro del abuelo con las noticias coincide con el parte de la mañana o sintoniza las informaciones que cierran la jornada a medianoche. Todas las parrillas tienen reservado a diario un ... hueco para la visita de turno que Felipe y Letizia giran a algún punto de España. Si quita el sonido y achina un poco los ojos para difuminar el fondo por donde pasean Sus Majestades, le parece que se trata del mismo reportaje repetido en bucle. La pareja camina con aire distraído por un bulevar o se acerca con apariencia de improvisación a algún mirador que devuelve unas vistas idílicas. El tiro de cámara siempre los proyecta solos, despojados del tropel de escoltas y asistentes que les acompaña cada vez que abandonan su regia burbuja. Es la parte del guión que pretende identificarlos como mundanos, la que trata de centrifugarlos entre ese grupo de señoras en pareo y nula vergüenza a mostrar sus pieles requemadas que les gritan arrebatadamente qué guapos son en persona. Y qué altos; y qué esbeltos. Y qué normales, como si la normalidad fuera una virtud que no pudiera impostarse. Y ellos, claro, sonríen e intercambian algún comentario banal. Sus sonrisas son tan vaporosas como las mascarillas con que dan ejemplo. Las mismas que les cubren la boca e impiden leer en sus labios qué bien estarían en su palacio sin tanto calor. Las que lamentan que papá tuviera esa campechana costumbre de recibir y dar regalos y ahora ellos estén obligados a ocupar el telediario para que los telediarios no se llenen de sospechas.

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