Noticiario

Una noticia de este miércoles 28 de septiembre ha sido que se celebraba el Día Mundial de las Noticias. La noticia como noticia. La autonoticia. No cabe calificarla en sí misma ni de buena ni de mala noticia, aunque suele decirse que no news, good ... news; es decir: hay que considerar buena noticia el no tener noticias. Por si acaso. En una función teatral que vi hace poco, una voz en off pide al público antes de comenzar el espectáculo que apaguen sus móviles, no vayan a recibir una mala noticia. El caso es que últimamente las noticias vienen siéndolo sobre todo cuando son falsas, las célebres fake news, que se ha convertido en un género informativo (en su versión desinformativa) muy prestigiado, que ya ha dado obras maestras al periodismo de ficción y al pensamiento fluido en general. Una noticia, por cierto, del viernes 30, en El País, era que: «Las noticias falsas fascinan al cerebro». ¿Por qué? Es pura química: «Los infundios activan áreas relacionadas con la dopamina y el glutamato». Las noticias presentan diverso grosor, emoción y elenco, y ahí las falsas son imbatibles, porque disfrutan de más personajes, y de tramas más complejas y de más presupuesto. Y eso provoca que desarrollemos una química especial con ellas. Es por eso que algunas noticias autentificadas merecerían ser –por su ambición dramática y su composición química– falsas. De hecho, la mayor parte de cosas que suceden (?), y de las que se da noticia, es que no te las puedes creer. O dicho de otra manera: ¿qué tipo de noticia es una que pasa como noticia de apertura, a la par que la guerra de Ucrania, la guerra de impuestos y la guerra por las luces navideñas, lo de Tamara Falcó, me refiero? Acabaremos viendo un Día Mundial de Tamara Falcó. Si no lo son ya todos. ¿Qué músculo ha de tener una noticia para acreditarse como tal? Miro a ver de qué noticias da cuenta la prensa en el Día Mundial de las Noticias. Y de entrada son todas atrasadas, del día anterior, claro, incluida la de Tamara Falcó (y eso que es embajadora de una empresa del tiempo, Kronos Home). Pues una sonda desvió la trayectoria de un asterisco, los huracanes se han «despertado» (sic) en todo el Atlántico, dos gaseoductos rusoalemanes son saboteados cubriendo el Báltico como una bomba fétida (es la clase de noticia bomba), Alberto Luceño estaría haciéndose pasar por un tal San Chin Choon y Villarejo por víctima, y un tipo acudió en pelotas a su juicio por exhibicionista. Efectivamente, como resumía ese mismo Día Mundial de las Noticias, en una entrevista, la que es considerada por la crítica literaria como la representante del «realismo mágico, salvaje y absurdo estadounidense y del neogótico surrealista del desierto» –con menos atributos y preparación no se puede entender lo que sucede– la escritora Joy Williams, «Mientras nos distraemos, el mundo se acaba»; lo que, la verdad sea dicha, tampoco es noticia. O es la más grande. El titular nuestro de cada día mundial de todo. Cualquier otra noticia es una derivada. Y Williams concluye que «La ficción es lo único que tenemos». ¿Para cuándo, entonces, un Día Mundial de la Ficción? Y sucede, también, como con los cuadros falsificados, que con el tiempo una noticia falsa se puede convertir en verdadera a todos los efectos (especiales), al igual que un falso Modigliani en un Modigliani. Con todas las bendiciones. Que se lo digan a Elmyr de Hory. Claro, el miércoles, lo primero que hice, lógicamente, fue sospechar que fuera o no cierta la noticia de que era el Día Mundial de las Noticias. Si no sería una cookie de los digitales, o algo así, publicidad de algún banco o telefonía, lo que tampoco sería noticia, porque nos las cuelan todos los días entre noticias de las antiguas noticias, aquellas que nos proporcionaban noción de las cosas, que es de donde viene la palabra 'noticia': de conocimiento, de noción. Pero ahora mismo, la cantidad de noción de muchas noticias es como el peso en una pesa trucada.