La obligación de usar mascarilla en interiores desaparecerá, con excepciones, a partir del 20 de abril. El Consejo Interterritorial del Sanidad hizo suyo ayer el informe de la Ponencia de Alertas con la discrepancia de la Comunidad de Madrid y de la Generalitat catalana, favorables ... a su retirada de inmediato. Posponer a después de Semana Santa la decisión, que deberá adoptar el Consejo de Ministros, no solo permitirá sortear trece días de gran movilidad e interacción social, con sus correspondientes riesgos de contagio. Además, el sistema de salud podrá evaluar en ese tiempo posibles repuntes epidémicos tras la reciente finalización de las cuarentenas y los test obligatorios para los positivos con síntomas leves, de modo que el Gobierno pueda adoptar la nueva medida de relajación con mayor seguridad y con la posibilidad de incrementar las excepciones o modular el mensaje mediante pautas de prevención.
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El final de la obligatoriedad del uso de mascarillas en exteriores fue acompañado de la advertencia de que se recurriese a su uso en caso de aglomeraciones en el espacio público. Aún hoy resulta palpable que muchas personas continúan llevando esa protección al aire libre, especialmente en el entorno urbano. Personas que se sienten más seguras o más solidarias con ella una vez se han acostumbrado a emplearla. La retirada de la obligación no constituye una llamada a que se deje de utilizar. En el caso de los espacios cerrados, no solo brinda la posibilidad individual de portarla. Invita, además, a que puedan adoptarse recomendaciones e incluso normas de carácter colectivo más allá de los ámbitos considerados excepciones, como centros sanitarios, sociosanitarios y medios de transporte de pasajeros. Por ejemplo, en los recintos educativos. Las empresas siempre podrán fijar normas buscando el acuerdo con sus plantillas, con consejos a proveedores y clientes. Y los responsables de eventos con un elevado número de asistentes podrán hacer lo mismo; entre otras razones, para facilitar la vida social de quienes tienen motivos para sentirse parte de un grupo de riesgo.
Regresamos a la normalidad. Pero la tasa de incidencia es superior a 400, con un panorama territorialmente desigual, y desconocemos en qué situación se encontrará una sociedad como la nuestra cuando expiren los efectos de la tercera y en su caso de la cuarta dosis vacunal. Por tanto, actuar con la máxima responsabilidad sigue siendo ineludible.
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