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A Faubert, aquel futbolista francés que llegó cedido al Madrid hace diez años, se le recuerda sobre todo por quedarse dormido en el banquillo en mitad de un partido contra el Villareal. El tipo jugó solo 60 minutos en un par de encuentros con la ... camiseta blanca, y al acabar la temporada se fue de vuelta al West Ham inglés. No hubo fotos ni despedidas. Recogió sus cosas en silencio y nadie lo echó nunca de menos. Así, como Faubert, se van a marchar muchos políticos en cuanto se consume el relevo; se irán y nadie los despedirá con aplausos o grandes palabras. Pasará como cuando recogieron sus trastos Leire Pajín, Montoro o José Ignacio Wert, que daban ganas casi de sacar el champán y llamar a los timbres de los vecinos para montar una fiesta y brindar todos juntos en la escalera.
Algunas veces, en medio de esta sucesión de despedidas me da por pensar que en realidad no cambia nada, que los hilos los van a seguir moviendo los de siempre, los mismos que llevan mandando toda la vida y, visto el nivel del personal, uno ya no sabe si en el fondo eso es una desgracia o una suerte. Pero a algunos de estos políticos sí que los echaremos en falta, aunque ahora estemos desando ver cómo abandonan el despacho y el coche oficial. Supongo que es por la novedad de verlos marchar, por sentirnos un poco artífices de su destino y por la emoción de cruzárnoslos un día por la calle y mirar cómo caminan con las manos en los bolsillos. Con estos, muy pocos realmente, nos va a terminar pasando lo que cantaba Kiko Veneno: «Lo mismo te echo de menos, lo mismo, que antes te echaba de más».
No hay manera de acertar con la política, por eso despedimos a unos y vienen otros a subirse en una noria que los volverá a bajar antes de que se den cuenta. A mí todos los políticos me defraudan sin remedio, por eso cuando acaba la legislatura tengo ganas de gritarles lo que le dijo un aficionado a Curro Romero después de una faena desastrosa. Cuentan que tras el petardazo se alzó una voz entre el público para romper el silencio de la plaza: «¡Curro, el año que viene va a venir a verte tu puta madre..., y yo!».
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