Los niños y las mujeres primero
CON LOS SIETE SENTIDOS ·
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Seguramente, queridos lectores, recordaréis películas y lecturas donde por una catástrofe se realiza algún tipo de rescate y el protagonista, u otro personaje, dice aquello de «los niños y las mujeres primero». Frase que solemos explicar a los menores que ven o leen con nosotros ... la historia. Cualquier niño de cuatro años, sí comprobado con cuatro años, puede entender la importancia de poner a salvo prioritariamente a esta población. Entonces, me preguntaréis, ¿cómo es posible el maltrato infantil y la violencia de género? ¿No son conductas contrarias al buen sentir de los niños y niñas? ¿Cómo esos pequeños, varones, que seguramente adoraron a sus madres pueden atacar a las mujeres, generalmente las madres de sus hijos?
A estas preguntas añadiremos el debate que más de una vez sale en las conversaciones con compañeras y compañeros. El planteamiento es sencillo: «Si básicamente –y esto está comprobado por diversos estudios– la educación de los hijos recae en la mujer, pues aunque el hombre va involucrándose en tareas domésticas no suele asumir una completa responsabilidad educativa, ¿cómo es posible que nosotras, las mujeres, no lleguemos a inculcar valores suficientemente potentes a un niño como para que de adulto los conserve, y por tanto menospreciar, humillar o pegar a un chiquillo o una mujer (también un hombre) le resulte intolerable, y violar o matar a un niño, una mujer o un hombre le sea imposible?
En el último encuentro literario que tuve surgió esta misma cuestión a propósito de autores y personajes novelescos. Las explicaciones dadas eran muy certeras: «hay mujeres más machistas que los hombres» –nadie se rasgue las vestiduras, es verdadero–. «Muchos padres y madres no saben qué tienen que hacer para educar correctamente a sus hijos y repiten lo que hicieron sus padres, o los educan con regalos pero sin atenderles de verdad». «Los que cometen violencia de género están enfermos de celos». Concluyeron con dos precisas interrogaciones: «¿Los celos, el sentido de propiedad sobre una persona, son la causa de la violencia de género?» «¿Se puede enseñar para no tener celos?». Las dos respuestas son afirmativas.
En los celos subyace el sentimiento de inferioridad, la necesidad de dependencia, la baja autoestima. Todo ello es educable. Se puede educar en una autoestima positiva y realista, en la gestión de las emociones, en el razonamiento lógico, y debe hacerse desde edades tempranas. Se puede reeducar a padres y madres que estén dispuestos a aprender para EDUCAR sanamente a sus hijos e hijas.
Necesitamos que hombres y mujeres demos ejemplo positivo contra la violencia de género en cualquiera de su manifestaciones, y en pro de los derechos de los niños.
Así el 20 y 25 de noviembre serán para celebrar que «la educación es la vacuna contra la violencia y la ignorancia» (Mafalda).
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