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DE NEGRO

Cautivo y desarmado ·

«Sólo puedo recomendarlo, en fin. Hay quien toca, hay quien porta, hay quien acompaña»

Pablo Álvarez

Logroño

Martes, 9 de abril 2019, 10:04

Dicen los expertos (que los hay para todo, de verdad) que es mejor regalar una experiencia que un objeto. Los regalos materiales van y vienen, dicen, pero los recuerdos permanecen. Acabaremos odiando el móvil cuadrafónico que nos han traído los Reyes, pero los recuerdos de ese fin de semana, de ese viaje con el niño, de ese momento que nos regalaron se nos quedarán para siempre.

El año pasado decidí (con un empujoncito, todo es cierto) regalarme una experiencia de ésas que uno lleva años rumiando pero nunca acaba de dar el paso. Y me apunté a la cofradía de la Santa Cruz, la de mis Maristas, para pasmo de extraños y algún que otro propio.

Ahora, a punto de vivir mi segunda Semana Santa de negro, sólo puedo decir que lamento no haberlo hecho antes. La vida no te da muchas oportunidades de vivir lo que uno vive desde dentro de una procesión, rodeado de otros y otras como tú que siguen el mismo paso. Yo, que me dedico a contar cosas, no encuentro muchas palabras para definirlo, y sin ni siquiera meterme en temas de fe, que cada uno la pedalea como quiere. Pero esa sensación de soledad acompañada, de esfuerzo compartido, de concentración y de estruendo silencioso no la había encontrado nunca.

Sólo puedo recomendarlo, en fin. Hay quien toca, hay quien porta, hay quien acompaña. Y aunque no lo entiendo del todo, sé que es así: la vida se ve muy distinta ahí dentro.

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