La imperiosa necesidad de detener cuanto antes las matanzas perpetradas por los ataques rusos y el imparable éxodo que ya ha expulsado a más de tres millones de ucranianos fuera de su tierra, además de la debacle económica en todo el mundo, explican la credibilidad ... depositada en el teórico avance en la cuarta ronda de conversaciones. Aunque, casi al tiempo de conocerse un supuesto borrador de quince puntos para una salida negociada, el salvajismo de bombardeos como el del teatro que cobijaba a cientos de civiles en la ciudad mártir de Mariúpol o los diez muertos en una cola para conseguir pan en Chernigov devolvieron la guerra desatada por Vladímir Putin al escenario de horror que trasladó Volodímir Zelenski a la solemne sesión conjunta del Congreso de EE UU. El presidente de Ucrania se debe a sus ciudadanos y ha de mantener la exigencia ante sus aliados occidentales. Aunque estos ni quieren ni pueden ir más allá del apoyo económico y el envío de armas, y la OTAN incluso diseña ya un refuerzo de sus posiciones en el Este por la desconfianza hacia los designios del Kremlin. Lo imprescindible, ahora, es conseguir un alto el fuego y obtener garantías de que Putin lo respetaría.
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