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El mítico entrenador del Barcelona, Louis van Gaal, respondió airado a una pregunta molesta de un desinformado periodista holandés. Su réplica quedaría para los anales de muchas historias a partir de entonces: «Tú interpretación siempre negativa, nunca positiva», le soltó. Algo así habría que decirles ... a unos cuantos diputados del Congreso porque a estas alturas, con tantas desgracias pasadas y venideras, haya que contener el aliento cuando se presentan medidas imprescindibles por si estas salen adelante o son rechazadas.
También pasó con el Tribunal Constitucional cuando el Congreso de los Diputados había proclamado el Estado de Alerta, en plena pandemia. Tras una reñida votación, el sector conservador del Constitucional –mayoritario, como continúa ahora mismo– aprobó la inconstitucionalidad de esa decisión, a instancias de la ultraderecha de Vox. Pareció como si se hubiera borrado de un plumazo el miedo, las muertes disparadas y la necesidad urgente de frenar un virus desconocido y letal.
Ocurre que el rechazo de la derecha y la ultraderecha a propuestas necesarias para la sociedad, como ha ocurrido esta semana con los obstáculos puestos a la iniciativa de contratar indefinidamente a los investigadores que participen en proyectos financiados con fondos europeos, es una constante. Unos 5.000 científicos han sufrido lo suyo hasta que salió adelante.
Ha ocurrido lo mismo con la convalidación del decreto sobre Ahorro Energético. Después de quejas a discreción porque Pedro Sánchez no había «llamado por teléfono» a Nuñez Feijóo para negociarlo en primera persona, la propuesta salió adelante cuando, además, había sido una iniciativa de Bruselas ante el colapso que se avecina en el suministro de gas ruso.
Todo esto cuando los ciudadanos saben de sobra lo que se les viene encima y hace tiempo que lavan la ropa a horas inusitadas o cuidan de no excederse en el consumo de la luz, por ejemplo. En política, el «siempre negativo, nunca positivo» de Louis van Gaal cansa y acaba siendo lesivo para el bien común. La arriesgada capacidad del presidente del Gobierno de moverse en el alambre cuando dispone de una mayoría precaria ha vuelto a quedar demostrada.
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