Habitantes de una aldea de Etiopía Marco Simoncelli / AFP

África en 2025: retos y oportunidades en el escenario global

Navin Khemlani

CEO de IBC Spain

Viernes, 24 de enero 2025, 09:59

África afronta 2025 como un año lleno de retos que pondrán a prueba su resiliencia y como una oportunidad para empezar a consolidar su papel en el escenario global. Desde su posición como epicentro del crecimiento demográfico mundial y economía emergente hasta su papel en el comercio internacional e interregional, África presenta un panorama diverso que merece un análisis detallado.

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En clave política, las elecciones previstas en 2025 marcarán un momento crucial para la estabilidad política y económica de unos quince países africanos. Camerún y Costa de Marfil, renovarán su liderazgo político, mientras que en Malaui se realizarán elecciones generales. A nivel continental tanto la Unión Africana (UA) como el Banco Africano de Desarrollo (BAfD) celebrarán elecciones, siendo un momento clave para evaluar las estrategias y programas que definirán sus nuevos líderes para el desarrollo socioeconómico del propio continente. El liderazgo del BAfD podría definir la continuidad de su enfoque en proyectos como el «Desert to Power», que busca electrificar el Sahel mediante energías renovables, una región críticamente afectada por conflictos y cambios climáticos.

Estos procesos democráticos son fundamentales para fortalecer la confianza de los inversores y consolidar las instituciones gubernamentales. Sin embargo, eventos como el golpe de estado en Gabón y las tensiones internas en Senegal, aunque sin graves consecuencias, subrayan la necesidad de un enfoque renovado para garantizar la estabilidad en la región.

La situación geopolítica añade otra capa de complejidad al devenir del continente. Amén de las consecuencias de los conflictos globales, en el Cuerno de África, tensiones como las rivalidades entre Etiopía y Egipto sobre la Gran Presa del Renacimiento Etíope (GERD) pone de relieve tensiones que afectan no solo a estos países, sino a toda la región del Nilo. Este conflicto además de tener implicaciones políticas impacta en la economía, pues afecta al acceso al agua y a la producción agrícola en un contexto de creciente inseguridad alimentaria.

La situación en Sudán y en el Sahel, reflejan la intensa pugna por el control estratégico de la región. Actores globales como Estados Unidos, China, Rusia, Turquía, Emiratos Árabes Unidos y la Unión Europea buscan mantener o incluso ampliar su influencia.

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En el ámbito económico, África enfrentará en 2025 un crecimiento proyectado del 4%, según el Fondo Monetario Internacional, un ritmo superior al de América Latina. Países como Senegal, con su Plan Senegal Emergente, y Etiopía, que prioriza proyectos de infraestructura como la expansión de su red ferroviaria, liderarán este crecimiento. Por el contrario, Nigeria y Angola, dependientes del petróleo, continúan enfrentándose a desafíos estructurales, como la volatilidad de los precios del crudo y la limitada diversificación económica.

Un caso ejemplar es Costa de Marfil, que ha logrado diversificar su economía invirtiendo en la transformación de productos agrícolas como el cacao y el anacardo. Este enfoque ha generado empleos y reducido la dependencia de las exportaciones de materias primas sin procesar. Sin embargo, estos avances no son uniformes. En África Central, la falta de

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infraestructuras básicas y de integración regional sigue siendo un obstáculo para el comercio intra-africano, a pesar de los avances promovidos por el Área de Libre Comercio Continental Africana (AfCFTA).

La atracción de inversión extranjera sigue siendo una prioridad para el continente. Según «Africa Outlook 2025» de The Economist Intelligence Unit, sectores como la minería de minerales críticos, las energías renovables y el fintech serán los principales receptores de inversión en los próximos años. La integración comercial intra-africana y la diversificación económica están impulsando este dinamismo, aunque los desafíos de estabilidad política y gobernanza aún persisten.

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El desarrollo tecnológico emerge como una herramienta clave para la transformación económica de África. Con el 44% de la población conectada a Internet para 2025 y el crecimiento de las conexiones 5G, se abre un abanico de posibilidades para el comercio electrónico, la educación en línea y la innovación. Marruecos, con su programa «Marruecos Digital 2030», se posiciona como un líder en la promoción de startups y tecnología, o proyectos como la «Autopista Eléctrica del Este de África» ilustran el impacto de las tecnologías en la integración regional, estableciendo un precedente para futuras colaboraciones continentales.

A medida que van llegando esas inversiones extranjeras, las instituciones multilaterales siguen desempeñando un papel crucial en este proceso. La Unión Africana ha dado prioridad a la implementación del Área de Libre Comercio Continental Africana (AfCFTA) y a la transformación agrícola enmarcada en su Plan 2022-2025, con la mirada puesta en las elecciones de febrero de 2025. Paralelamente, el Banco Mundial y el Banco Africano de Desarrollo lideran iniciativas destinadas a mejorar el acceso a la electricidad, promover la acción climática y elevar la calidad de vida en la región.

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Otro reto para el continente en 2025 será la implementación del Área de Libre Comercio Continental Africana (AfCFTA). Aunque ya se han alcanzado hitos clave, como la reducción de aranceles, todavía persisten desafíos relacionados con la infraestructura logística, la armonización de regulaciones y la implementación efectiva de políticas comerciales. Por ejemplo, la mejora de corredores de transporte clave, como el eje entre Lagos y Abiyán, podría transformar significativamente el comercio intra-africano y fortalecer cadenas de valor regionales.

Si nos centramos en el crecimiento demográfico de África, con una población proyectada de 2.500 millones para 2050, puede ser considerado tanto una oportunidad como un desafío. Mientras que países como Sudáfrica han avanzado en la creación de empleo cualificado, la mayoría de los estados africanos aún carecen de sistemas educativos que preparen adecuadamente a sus jóvenes para un mercado laboral cambiante.

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El desempleo juvenil y la informalidad laboral son desafíos persistentes. Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), más del 80% de los empleos en África subsahariana son informales.

En este panorama, el papel de Canarias como puente entre África, Europa y América adquiere una relevancia estratégica. Su posición geográfica privilegiada y su infraestructura avanzada, especialmente sus puertos y aeropuertos, la convierten en un punto de conexión clave para el comercio y la logística en el Atlántico Medio. Iniciativas como el impulso del

archipiélago como hub europeo hacia África en sectores como la tecnología, la formación y las energías renovables refuerzan su importancia como socio estratégico.

En definitiva, el año 2025 no es solo un año de transición para África, sino una ventana para capitalizar sus oportunidades a través de esfuerzos coordinados en política, economía, tecnología y gobernanza para poder superar sus retos estructurales y trazar un camino hacia un futuro más próspero.

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En este escenario, el papel de Canarias como puente entre África, Europa y América adquiere una relevancia estratégica. Su posición geográfica y su infraestructura avanzada, la convierten en un punto de conexión clave para el comercio y la logística hacia África.

Sin embargo, Canarias no debe limitarse a ser un punto de tránsito. A través de la participación en proyectos como el de fortalecimiento de las capacidades locales en África, Canarias puede consolidarse como un actor activo en el desarrollo sostenible de la región. Este enfoque equilibrado, basado en la colaboración y el respeto a las prioridades africanas, permitirá maximizar las oportunidades compartidas en un contexto global cada vez más interconectado.

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