La naturaleza es sabia

El oficio de enólogo supone un enfrentamiento continuo con la naturaleza. Y la naturaleza puede desviar nuestras intenciones o, mediante el conocimiento, reconducirlas. El enólogo tiene una base de saberes reconocidos por titulación pero después la perfección de su trabajo precisa del conocimiento de la naturaleza en su añada. Y las anotaciones anuales del enólogo constituyen la enología de su vida.

Pocas profesiones tienen tanta relación con la naturaleza. De salida, el plan de estudios es la base de su técnica pero después el prestigio diferencial lo da el conocimiento de la naturaleza. La naturaleza es una fuente de enseñanza superior a libros y Wikipedia. La tenemos a mano, usémosla. La otra frase 'El vino se hace solo' es un claro error.

Muchos, en el ambiente vitivinícola, hemos presenciado como empresarios del vino, sosteniendo este error, han comenzado su andadura bodeguera con entusiasmo pero ante la primera duda técnica se han atribulado por insignificancias que creían decisivas. ¡Ojo con las vibraciones que alteran el vino! ¡Qué nadie entre en la cueva en luna llena! etc, etc. Tribulaciones que han derivado en neurastenia hasta que han encontrado en el enólogo el sosiego.

Demostración clara de este efecto tranquilizante es el gran prestigio que, en pocos años, ha logrado la profesión de enólogo. Y ha sido por poner claridad en las actuaciones de la bodega y en ejercer un aclareo de las raíces, resaltando las prístinas (suelos, clima, viníferas, edad de cepas y rendimiento). Y desterrando las falsas raíces que han llegado hasta nosotros como un cumulo de incongruencias y de esoterismo.