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La Universidad de La Rioja abrió curso sin togas ni birretes, con el boato confinado y el Gaudeamus con embozo y a medio gas. El aperitivo que en los fastos prologa a la sustancia, las croquetas de las bodas, le sisó protagonismo a los guisos ... principales. Una lección magistral desde el título ('Musgos: liliputienses jugando sus cartas») hasta los propósitos del cátedro del alarde. Las briófitas como arma cargada de intenciones. El musgo con estrambote, servido por Martínez-Abaigar . Una oda a la inmensidad de lo minúsculo coronada por la evidencia: «La necesidad de la ciencia como compañera del progreso social y de la lucha contra la desigualdad». Esprintó el magistral sobre «esta necesidad que en España se ha ignorado históricamente y que se ha hecho más patente en estos azarosos tiempos de pandemia». Y levantó los brazos, gaudeamus igitur: «Ojalá que esta tragedia nos sirva de aprendizaje. Hagamos más ciencia. Aprendamos más ciencia. Apliquemos más ciencia. Más ciencia, por favor, porque sin ciencia no hay futuro». No hay más preguntas, señoría. Y futuro, está por ver.
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