Secciones
Servicios
Destacamos
El ruido y atención hacia las nuevas elecciones generales en España ha suavizado el de la celebración, este sábado pasado, del treinta aniversario de la caída del muro de Berlin el 9 de noviembre de 1989. Pero no solo aquí; el tono de la celebración ... ha tenido una exigua representación política y ha sido casi un susurro en medio de las tensiones políticas internas en Alemania, europeas y transatlánticas.
La historia pone en evidencia la facilidad con que se elevan muros ante la incapacidad política de resolver el conflicto por el que se construyeron, los perversos efectos que generan, y la gran dificultad para derrumbarlos porque, incluso desde los lados más favorables, siempre hay alguien con algún interés por mantenerlos. La caída del vergonzoso muro supuso, entonces, el fin de la guerra fría y un cambio colosal que condujo hacia el final del comunismo totalitarista, la unificación alemana, la recuperación de la soberanía de países europeos sometidos a la tutela del Kremlin, y la construcción de una nueva Europa bajo una democracia liberal que, mediante el tratado de Maastricht, se abría al mercado y moneda únicos, la libre circulación de sus ciudadanos y la creación de una identidad supranacional con amplio bienestar económico, democrático y social, siempre bajo la recelosa mirada inglesa desde la de la que fuera entonces su primera ministra M. Thatcher y hasta ahora.
Hoy, Europa atraviesa una crisis de desorientación. Los grandes cambios que generó la caída del muro parecen debilitarse ante una Unión europea que ha sido azotada por la crisis económica y los cambios en los equilibrios socioeconómicos y políticos mundiales, la desigualdad se ha acrecentado, los 28 países que la configuran se han debilitado y pasarán a ser 27, la democracia está cuestionada y crece la falta de tolerancia; el posicionamiento británico y la avidez de países como Estados Unidos, China o Rusia debilitan a la Europa democrática, humanista, del Estado de derecho y preservación de los derechos del hombre que, como señalaba A. Merkel, deben ser defendidos porque no existen por sí mismos.
Parece que vuelvan a levantarse muros en Europa, barreras físicas o de ideología extremista, egoísmo y xenofobia ante los problemas actuales que, con la visión de la historia reciente, no deberían prosperar aunque los hechos comiencen a mostrar su avance en Italia, Alemania, Austria, Holanda, o España. Esperemos que, al igual que los padres confían en el poso que dejan los años de buena educación y cariño profesados a los hijos, también la democracia y cultura europea haya generado un poso que nos proteja de la ferocidad de la falta de respeto, egoísmo e intolerancia que nos azota.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.