El BCE decidió ayer ampliar los estímulos monetarios con el fin de impulsar la actividad económica, ante la perspectiva de un cuarto trimestre también en negativo y del fortalecimiento del euro frente al dólar, que se verá favorecido por una política monetaria norteamericana más expansiva con Biden. La principal herramienta ha consistido en inyectar otros 500.000 millones de euros al programa de compras contra la pandemia (PEPP), hasta un total de 1,85 billones, y lo ha extendido hasta marzo de 2022. También ha anunciado nuevas subastas de liquidez a largo plazo para la banca, aunque sin mejorar las condiciones. Esta ha sido la segunda elevación del PEPP, que nació en marzo con 750.000 millones y fue incrementado en junio en otros 600.000. Con este ingente volumen de dinero, el BCE compra deuda pública de los Estados, con lo que les garantiza una financiación barata de sus políticas fiscales expansivas, así como reduce la prima de riesgo y la exposición a tormentas financieras. El retraso en la recuperación –el BCE ha reducido en un punto su previsión de crecimiento para el próximo año hasta el 3,9%– es la razón de que el 'bazooka' aumente su tamaño.
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