El mejor blanqueamiento de una dictadura fue el reparto de osos panda chinos a los zoos de medio mundo: una tiranía comunista metida dentro de esos animales esponjosos y bobalicones, la contradicción perfecta. Los chinos conocen bien las grietas que tiene occidente y por ahí ... nos colaron su Caballo de Troya en forma de ositos adorables. La campaña de márketing fue impecable, hasta Enrique y Ana dedicaron una canción al panda Chu Lin, que si se escucha hoy parece una de esas cosas marcianas que produjo la movida en los 80.

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Eso sí era blanquear, no lo de este mundial putrefacto y otoñal en el cortijo de unos sátrapas que nadan en piscinas de petróleo. Pero como esta vez el mercadeo con el fútbol ha sido indecente y notorio la gente anda con ganas de hacer boicot. Ademas vivimos bajo un escrutinio moral insoportable y el personal se siente en la obligación de realizar gestos públicos que exhiban la calidad de sus valores; una pose, una trampa estética como ha escrito Edu Galán en su último libro.

Yo no voy a hacer mucho caso a este mundial porque se juega fuera de su tiempo natural que es el verano y eso es como celebrar la Navidad en pleno agosto. Además el seleccionador se ha encargado de caer antipático a medio país. Luis Enrique está a gusto en el conflicto igual que Javier Clemente, Mourinho o Isabel Díaz Ayuso. Escupe al público como hacía Ramoncín en sus conciertos, le encanta montar incendios y coleccionar enemistades, una estrategia infantil, desconcertante, una forma de crispar y desviar la atención que a mí me termina agotando. El fútbol es un juego y está hecho para disfrutar, por eso yo prefiero a esa estirpe de sinvergüenzas cancheros como Mágico González, Guti o Romario («La noche siempre ha sido mi amiga, cuando no salgo, no marco») o el míster David Vidal, que después de perder en casa por goleada salía a la rueda de prensa tratando de usted a todo el mundo y con su acento de marino coruñés soltaba: «la verdad es que hemos estado hoy calamitosos» y era imposible enfadarse con aquel geniecillo bigotudo de ojos chispeantes.

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