El informe de los expertos de la revista científica The Lancet que denuncia un «fracaso global masivo» en la gestión de la pandemia, al que responsabiliza de 17, 1 millones de víctimas que habrían sido evitables, constituye un señalamiento tan contundente como para que ni ... la Organización Mundial de la Salud ni los distintos gobiernos puedan despreciarlo u obviarlo sin más. Es cierto que la irrupción del COVID-19 sometió al conjunto de la comunidad internacional a un desafío inédito en un siglo, por más que hubieran mediado otras infecciones previas de impacto colectivo; y que muchas de las decisiones que se tomaron en los momentos más críticos lo fueron casi a ciegas en un terreno desconocido. Pero esta constatación no justifica la renuencia que vienen mostrando los actores interpelados a revisar retrospectivamente lo hecho; prueba de ello son las evasivas y objeciones expresadas por la OMS ante el informe, cuando los hechos permiten deducir que tardó en oficializar la alerta mundial una vez que los contagios rebasaron las fronteras de China. De ahí que el entramado institucional español deba sentirse concernido por la advertencia de que carece de un plan tasado frente a un eventual rebrote pandémico.
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