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Aunque la desviación forzosa de los camiones de mayor tonelaje de la N-232 hacia la autopista AP-68 a su paso por La Rioja ha coincidido con una perseguida reducción de la siniestralidad en la primera de estas vías, aún resuenan fatales las cifras ... que siguen alimentado su estadística luctuosa. Con la del joven colombiano que ayer dejaba su vida en el asfalto de la N-232, son 8 las muertes que este año se ha cobrado la ruta que cruza, y vertebra, La Rioja de este oeste casi en paralelo a la autovía de peaje. La casuística de los accidentes que las provocaron pone en evidencia que más allá de los camiones hay motivos que siguen propiciando desenlaces funestos. Incluso la salida de los camiones de la N-232 ha derivado en un incremento del exceso de confianza que es uno de los más nefastos ingredientes de la conducción, como ha quedado demostrado en tantas ocasiones. A la Dirección General de Tráfico le corresponde establecer medidas precautorias, correctoras o sancionadoras para corregir actitudes que al volante se traducen en peligro real para quienes las protagonizan y para el resto de usuarios de la carretera. Pero es a cada conductor al que le compete extremar la prudencia, cumplir las normas de circulación y las que impone la lógica cuando alguien se pone al mando de un automóvil. Y no por mejorar una estadística, sino por cuidar la vida propia y de la de los demás.
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