Morcillas y tanques

Mi suegra, siendo niña, veía a los soldados nazis saliendo y entrando del bar La Parrala. Habían embarcado en Hamburgo vestidos de calle, para disimular. Desembarcaron en Sevilla en octubre de 1936, ya con el uniforme de la Wehrmacht. En trenes, desplazaron los tanques hasta Aldea del Cano, a 20 kilómetros de Cáceres. Las profesoras alemanas desconocían esta historia.

«A ver si os podéis ir mañana y no os suspenden el vuelo. Las nieblas de enero son malas para los aviones», comentamos. Ellas sonríen con el asombro aún dibujado en el rostro. Mi suegra precisa: «Estas nieblas son malas para los aviones y para las matanzas». Las profesoras la miran perplejas. Mezclan la niebla, la guerra, Ucrania, los Leopard, la legión Cóndor. «¿Matanzas?», se atreve a indagar una profe. Mi suegra lo aclara y vuelve la paz: «Sí, mujer, con esta niebla, no hay manera de que se curen los chorizos ni las morcillas de la matanza».