Los montes de Marte

El control de la memoria es una herramienta poderosísima, porque en lo individual nos construye como personas y en lo colectivo, como sociedad. No se puede olvidar el pasado, por eso Alemania incluye el drama del Holocausto en sus planes educativos, con visitas escolares a los campos de concentración y charlas de los supervivientes. Aquí pusimos en marcha la Ley de Memoria Histórica para tratar de devolver la dignidad a los asesinados de las cunetas; debía hacerse y se hizo.

El lunes las autoridades honraron el recuerdo de Miguel Ángel Blanco. Fue un acto sencillo en el centro de Logroño, con discursos y ramos de flores. Los políticos hablaban y la gente pasaba por allí como si nada, miraban y se largaban igual que el agua de un río rodea una piedra. Se han cumplido 23 años de su asesinato justo cuando Bildu acaba de cosechar un resultado histórico en el Parlamento Vasco, y aunque ya no peguen tiros ni secuestren, siguen haciendo homenajes a etarras y jugando a la ambigüedad con sonrisas de criminales. Ahora vivimos en la dictadura de lo inmediato sin lugar para paciencias ni memorias, pero el nacionalismo lleva cuarenta años controlando el relato y así van a seguir mientras puedan, no vaya a ser que a la gente le dé por recordar lo que pasó de verdad.