Sánchez, en el momento de anunciar la concesión este martes de los indultos. R.C.

Monólogo de Sánchez

EDITORIAL ·

En el Liceo no se produjo ningún 'reencuentro' y resulta muy dudoso que sobre los indultos pueda construirse un proyecto para todo el país

Martes, 22 de junio 2021, 02:00

Pedro Sánchez anunció ayer en Barcelona que hoy el Consejo de Ministros decretará la concesión de indultos a los nueve condenados del 'procés' que se encuentran presos. Lo hizo en un acto convocado en el Liceo con el título 'Reencuentro: un proyecto de futuro para toda España', ante 300 invitados entre los que no se encontraban los responsables de la Generalitat, ni dirigentes o personas significadas por su independentismo, con la excepción de dos integrantes de Arran –juventudes de la CUP– que fueron a interrumpir la alocución de Sánchez. Tampoco hubo representantes de los grupos contrarios a los indultos, que probablemente no fueron invitados. En el Liceo no se produjo ningún 'reencuentro' entre sectores que estuviesen distanciados, aunque el presidente quiso mostrarse comprensivo hacia aquellos que discrepan de su decisión. Y resulta muy dudoso que sobre una resolución tan controvertida como la de los indultos pueda construirse un proyecto para el conjunto del país.

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Cuando ni siquiera las organizaciones hacia las que Sánchez intenta dirigir un mensaje de concordia –el independentismo que reivindica el 1-O– se muestran tan receptivas a su propósito, tachando de «propagandista», «partidista» y de «farsa» el acto de ayer. El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, declaró que los indultos son un primer paso pero «parcial e incompleto», reclamando la amnistía y la autodeterminación. Sánchez también presentó los indultos como un primer paso, pero no precisó cuáles son los siguientes. Por su parte el activista de Arran que le interrumpió advirtió que «no hay solución intermedia en un conflicto entre independencia o sumisión».

Términos que resuenan también en las palabras de ERC, con Oriol Junqueras presentando el indulto del que será beneficiado como muestra de la debilidad del Estado, y en la resistencia que manifiestan los republicanos a proponer salidas que se ciñan a las previsiones constitucionales y estatutarias. Sánchez habló ayer de unidad, reconciliación y concordia sin descender de las emociones a la política. Ese es el terreno natural del independentismo, que se niega a convertir en política la quimera de sus objetivos últimos porque no quiere admitir su minoría social. Aunque la exageración de Pablo Casado, acusando a Sánchez de dar «un golpe de gracia a la legalidad» para un «cambio de régimen», en poco ayuda a racionalizar la discusión política y jurídica de los indultos.

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