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A las 19.58 ya se escuchan los primeros aplausos. Son las ganas. Una burbuja gigante que sale del pompero de una niña cruza varias ventanas y desciende. Los que aplauden aguantan el impulso de explotarla y sobrevive hasta que llega al pequeño parque de ... juegos que hace poco más de un mes estaría plagado de niños jugando. Ahora mismo es un lugar que desprende tristeza y abandono, pero mis vecinos más pequeños se saludan de balcón a balcón y lo señalan sonrientes. Saben que volverán a ese columpio a rasparse las rodillas.
Yo hoy elijo para aplaudir la ventana que da a la zona común, no porque haya más ambiente, sino porque justo en la calle de al lado vive mi amiga Patri, enfermera. Aplaudo fuerte para que le llegue el sonido, aunque quizás en ese momento esté preparándose para entrar a su turno en Urgencias. Hoy va por ella y mañana irá por Tamara. Son muchos y de muchos sectores los que se lo merecen.
El vecino del 'Resistiré' (todos tenemos uno) espera dos minutos y le da al play. Aguanta un poco y cuando los aplausos aflojan sube el volumen. Nos recuerda que no hay que decaer, que es momento incluso de bailar.
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