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Uno de esos misterios que de niña siempre sirvió para dar alas a mi imaginación era el de que Dios era Uno aunque al mismo tiempo era Trino ya que existía en tres personas distintas: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Incluso hoy, la fascinante historia ... me deslumbra. Con la Trinidad ocurre como con la realidad, que no es única sino múltiple ya que cada uno la ve a su manera. Así que los resultados electorales se interpretan a conveniencia aunque los datos sean unos en vez de trinos. En Andalucía, lo único cierto es que el PP suma más del 43% del voto y el PSOE cae hasta el 24%. El triunfo absoluto del PP agranda la derrota del PSOE en su feudo tradicional. En el batacazo hay grados. Si en Vox reina la decepción, la izquierda (verdadera o superverdadera) pero, como siempre, dividida y aireando viejos reproches ha alcanzado la irrelevancia. Ocupa el pedestal Ciudadanos que desapareció, como en un truco del mago Houdini, tan súbitamente como apareció.
En la ventana desde la que miro he visto cosas que muchos no creerían (ni tienen por qué creer) y hoy veo que los andaluces han solucionado de un plumazo un problema que todos posponían al día después. Una mayoría vio con claridad que el PP iba a ganar las elecciones, como auguraban las encuestas, frente a un PSOE, lastrado como está todavía por las sombras de su propio pasado y una izquierda convertida en una decepcionante sopa de letras. Así que esa mayoría decidió suprimir de un plumazo el peligro de que Vox condicionara, con postulados peligrosos, la acción del nuevo gobierno ante la imposibilidad de pactos con o entre la izquierda. Así que tiraron por la calle de en medio y demostraron que la aventura del multipartidismo puede haber entrado en declive y que las mayorías se conformarán, más pronto que tarde, desde los partidos tradicionales. Las continuas disputas en el Gobierno de Pedro Sánchez entre el PSOE y Unidas Podemos resultan frustrantes para el ciudadano que percibe un gobierno dividido ante cualquier coyuntura adversa. Así que en Andalucía optaron por un político que dice hablar desde el centro y al que por sus obras posteriores conoceremos.
Toda organización teme a los sectores críticos, a quienes expresan desacuerdos más por convicción que por ambición. Pero rodearse de aduladores aleja de la realidad y lleva a finales como el de Pablo Casado. El PSOE haría mal minimizando el golpetazo sin autocrítica y sin reconocer errores. En la otra izquierda, Yolanda Díaz levanta más pasión mediática que votos populares. Pese a su loable esfuerzo, no parece que pueda hacer resucitar de las cenizas el fallido proyecto de Unidas Podemos. En La Rioja hay un buen ejemplo. El futuro no está escrito pero el camino ha sido señalado en Andalucía. Si la realidad es compleja, el sentido del voto es todo un misterio.
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