Con la llegada a Torrejón de dos aviones del Ejército del Aire procedentes de Kabul España dio ayer por concluida la operación de evacuación de Afganistán que debía repatriar a los últimos soldados, policías y diplomáticos y a los núcleos familiares de los afganos que ... han colaborado con la misión española, y que podían haber sido objeto de represalias por los talibanes que ya controlan el país. En total, según el Gobierno, en ocho días se ha conseguido trasladar a 2.027 personas a España, el 47% de ellas mujeres. Los últimos en abandonar Kabul han sido el embajador saliente, Gabriel Ferrán, su segunda en la legación española, Paula Sánchez, y un grupo de policías y soldados que cubrieron la evacuación. Otros países europeos han puesto también fin a la evacuación de sus naturales pero, como han reconocido los propios norteamericanos, habrá que buscar el modo de completar este traslado hasta que alcance a las personas que, por la dificultad de la operación o por otras causas, no han podido ser evacuadas. Los atentados del jueves, que han causado más de un centenar de bajas –13 de ellas, soldados norteamericanos—, obra del Estado Islámico, han terminado de convencer a los miembros de la coalición occidental de los riesgos que tenía mantener el operativo. Con todo, Pedro Sánchez no ha cerrado la puerta a nuevas gestiones que permitan la expatriación de más afganos que corran riesgo de represalias y que no han podido marcharse por no hallarse en Kabul o por otra causa. Y Biden ha amenazado a los autores de los atentados, islamistas rivales de los talibanes, con una dura respuesta. De donde se desprende que el caso Afganistán no se ha cerrado completamente. Máxime cuando Naciones Unidas ha denunciado ya los primeros abusos cometidos por el nuevo régimen y ha prevenido contra la penosa situación futura de la mujer.

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Tras veinte años en Afganistán nadie puede negar el fracaso de Occidente y, en especial, de Estados Unidos. Trump es el autor intelectual del gran desastre, pero Biden no ha puesto nada de su parte para impedirlo. Las grandes democracias, España incluida, tendrán que meditar muy a fondo su futura estrategia de Defensa. De momento, parece lógico que el presidente del Gobierno lleve el caso a las Cortes, para dar cuenta oficial de la operación y para pulsar las opiniones sobre el futuro estratégico y militar de la Unión Europea.

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