Mirar por ti, mirar por los demás

No solo órganos se necesitan. A mediados de mes el Banco de Sangre hizo un llamamiento para que la gente donara de forma urgente.

Días atrás, una noticia médica agitó las conversaciones (y las conciencias). Un «hito» en la historia del xenotrasplante (receptor humano de un órgano animal). Un equipo de cirujanos de la Universidad de Maryland trasplantó el corazón de un cerdo genéticamente modificado en un paciente humano con una enfermedad cardiaca terminal.

En 2005, la noticia de que las células del cordón umbilical de la Princesa Leonor habían sido congeladas en una clínica privada de Tucson (EEUU) desató furor entre las embarazadas, que pagaron ingentes cantidades de dinero por guardar la sangre del cordón umbilical del recién nacido en clínicas privadas para uso autólogo. El cordón umbilical, gran olvidado, también se puede donar al sistema público.

El Hospital San Pedro va a a impulsar este año la donación de órganos y tejidos en los cuidados al final de la vida.

Quizá la coyuntura actual de pandemia no sea la más adecuada para hablar de donación de órganos. La muerte nos mira demasiado de cerca. O quizá, precisamente por ello, este sea el momento de replanteárnoslo. De sacar algo positivo de tanta muerte.

Nunca se sabe si algún día nosotros o alguien cercano necesitará un trasplante. Todos miramos por los nuestros. Miremos también por los demás.