Miles Davis

El largometraje se inicia a modo de thriller, con una persecución y tiroteo nocturno por las calles de Nueva York. Este estilo y ritmo pronto da paso al cuerpo central del argumento. El retrato desesperado e intimista de un músico confinado en su casa víctima del flagelante peso de la fama. Cinco años recluido divagando entre oscuridades producidas por los excesos con las drogas si el compositor estaba a la altura de su legado. Recorrido amargo atenuado, aunque también con dolor, con interludios en los que se repasa su relación con la que fue la mujer de su vida.

Un avezado e insistente periodista de la prestigiosa revista 'Rolling Stone', encarnado con mucha solvencia por Ewan McGregor, aparece en escena con la intención de hacerle una entrevista y se convierte, sin quererlo, en el tipo capaz de hacer que el trompetista se enfrente a sus fantasmas y encare la divulgación la esperada última obra magna de la que el artista recela.

Película sombría, tormentosa, que se acerca a un capítulo desordenado y falto de autoestima de un músico que se sintió por debajo de su palmarés y se hundió en torbellinos psicóticos y la ingesta de estupefacientes. Mientras somos testigos de su bache moral, de fondo, siempre está sonando su trompeta que acompaña todo el relato.