El mismo fin de semana que la Policía daba cuenta en Logroño de nuevos testimonios de irresponsabilidad e insolidaridad que acabaron, incluso, con la detención de jóvenes empeñados en anteponer fiesta, cubatas y sustancias estupefacientes a las medidas de seguridad, la UCI del San Pedro ... apenas sobrevivía a punto de estallar sus costuras. Tanto que el sistema de salud se veía otra vez en el trance forzoso de incrementar el número de camas de medicina intensiva en esa suerte de milagro de los panes y los peces que viene repitiendo desde marzo pasado. De las 17 plazas con que contaba entonces la UCI del San Pedro hoy son 86 las que se reparten en el complejo sanitario. Sin embargo, «sacar camas UCI no tiene techo, estirar a los compañeros sí», como advertía ayer un médico del centro. Y es que mientras las plazas se han multiplicado por cinco no se ha registrado la incorporación proporcional, ni siquiera mínima, de más profesionales como hubiese sido lógico y deseable. La adaptación de la estructura sanitaria a la exigencia de la tercera ola pandemia está siendo soportada por el sobresfuerzo, sobrehumano a veces, de su personal habitual. Al ciudadano le corresponde colaborar para evitar el colapso con un comportamiento responsable.
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