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Ya imaginan que no utilizo esta malsonante pero ilustrativa palabra en sentido escatológico («residuo alimenticio que expele el cuerpo tras la digestión»), sino metafórico: «hecho o situación que repugna», «cosa mal hecha o de mala calidad», «mal estado físico o moral», «persona despreciable», etcétera. Y ... la destinataria del exabrupto (merecido, creo) es esta clase política nuestra, que está demostrando ser de la peor clase. Digo «esta» y no «la», porque creo que otra élite política es posible, honesta, decente, digna, honorable y, sobre todo, volcada en el servicio a la sociedad como única razón de ser de la gestión para la que fueron elegidos por los ciudadanos. No los descalifiquemos por el mero hecho de serlo, como si «político» fuese sinónimo de individuo sin escrúpulos que solo persigue su beneficio personal a cualquier precio. Hay malos políticos como malos jueces, médicos, docentes o escribidores.

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larioja Mierda