La canciller alemana Angela Merkel ha anunciado su retirada paulatina y su decisión parece hoy inevitable. La caducidad ineludible de la canciller –con la Gran Coalición haciéndose pasado– no obsta para que hoy Alemania y Europa experimenten sensaciones de orfandad. Porque ni siquiera la figura ... de Merkel, asociada a una austeridad sin más concesiones que los 'rescates país' o los bancarios, puede ocultar la evidencia de que por ahora no ha aflorado una alternativa mejor ni más sólida a su liderazgo. Merkel no podrá continuar operando como si nada. Alemania y Europa atraviesan momentos de convulsión y dificultades, ante las que pocos atenderán el magisterio de la canciller. Los altibajos diarios de la economía global, el 'brexit', las tensiones con Putin a un lado y Trump al otro –o al mismo–, la incesante corriente migratoria y el cuestionamiento populista o autoritario de la democracia liberal hacen que el anuncio de Merkel la descuente ya como referencia. Aunque ello conduzca a algo parecido al vacío en el liderazgo de la Unión Europea. Angela Merkel no es capaz ya de designar a quien la suceda al frente de su partido; a no ser que la sensación de orfandad haga girar la vista de sus cuadros y militantes hacia ella.
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