La suma, con el permiso de la resta, es la operación matemática más básica. En lo peor de la pandemia, sin embargo, un cálculo tan sencillo se hizo complejísimo cuando se trató de tasar el verdadero alcance del coronavirus. Tan complejo resultó que ahora tampoco ... nos disgusta que se hayan dejado de publicar las cifras por eso de gripalizar la pandemia.

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Es cierto, y esto es un clásico, que los políticos siempre acomodan a conveniencia los números que presentan públicamente, datos que los periodistas sometemos posteriormente al tamiz de la rigurosidad para intentar –a veces hasta lo conseguimos– que ni a ustedes ni a nosotros nos la metan doblada. Actúan así los que gobiernan, muy de sumas, pero también los de la oposición, mucho más de restas. Y, bueno, como ciudadanos hemos terminado aceptando que esta estrategia forma parte del prontuario que sirve de guía a los partidos estén o no en el poder. Por ello, y una vez relativizado el COVID, las mejores muestras de esa manipulación aritmética se siguen advirtiendo en asuntos como el mercado de trabajo o los impuestos.

Esta semana, el INE difundía los datos de la Encuesta de Población Activa. Una lectura precisa de los resultados confirma que la coyuntura económica actual está erosionando no solo el consumo sino también el empleo. Y que en el caso de La Rioja, el ajuste laboral se está cebando en el sector público y en las mujeres.

Pues bien, tuve que leer varias veces la nota de valoración que publicó el Gobierno regional. Comprendí que obviase lo obvio, el comportamiento trimestral, por negativo, y se aferrará a la evolución interanual, por positiva. Pero lo admirable fue su opa hostil al INE: de los nueve párrafos del comunicado, cinco los dedicó al Ministerio de Trabajo (paro registrado de marzo y afiliaciones a la Seguridad Social de ese mes), reservando dos más a sacar pecho de las políticas activas de empleo.

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