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Entrantes: Titulares para atragantarse.El Mundo: Así acabó el veto del Parlamento Europeo a Puigdemont: «No trataremos de delincuentes a quienes negocian con su gobierno».
El País: El secretario de Estado de Comunicación criticó a sus colegas periodistas que cubren La Moncloa por ser «activistas» ... con «tendencia enfermiza» a preguntar.
La Rioja: Uno de cada cinco riojanos vive en situación de pobreza o exclusión social.
Eco de Jalón: Un concierto de la Filarmónica de Berlín, un partido de la NBA y una función de Fuenteovejuna inaugurarán el Pabellón Municipal de Desusos Múltiples.
Primero: El precio del poder.
8,4 millones de euros. Este es el precio que ha pagado el PSOE riojano para hacerse con el poder regional inventándose una consejería, que hoy no existiría si hubiesen ganado con mayoría absoluta, para comprar el voto de la diputada de Podemos -o algo- que necesitaban para investir a la presidenta. A los pagadores de la factura seguramente les parecerá una minucia («solo» es el 0,54% del presupuesto), pero no a los riojanos, que somos los que pagamos. Conviene recordar que el famoso «dinero público» que tanto les llena la boca a algunos es la suma de los millones de dineros privados que el Estado arrebata a sus súbditos mediante impuestos. Así que el dinero público no sólo «no es de nadie» (Ministra Calvo, 2004) sino que es de todos. Chati.
Segundo: Meteorología de género.
La impregnación de la dictadura del igualitarismo sexual en la sociedad avanza imparable y ya no se libra ni el Tiempo de los telediarios. Hace un año las agencias meteorológicas de España, Francia y Portugal decidieron bautizar con nombre propio a las borrascas más fuertes que afecten a los tres países, siguiendo el «método cremallera» de alternar nombres de pila masculinos y femeninos, ya saben: Daniel, Elsa, Fabien... Que a ver por qué todas tenían que llevar nombre de chica. Pues muy sencillo, porque en español «borrasca» es femenino, y «la borrasca Pepito» es una incongruencia de género, gramatical por supuesto. Así que o llamamos borrascos a las zonas de baja presión con nombre de tío o, para compensar, se lo ponemos a los huracanes, tornados y demás meteoros masculinos. El pedrisco Sánchez, por ejemplo.
Postre: Chupar sí, tragar no.
Si usted padeció ayer un rechazo gastrointestinal a la panzada de Nochebuena en la que chupó las cabezas de los langostinos, gambas o carabineros, no le eche la culpa al cadmio salvo que se metiera un kilo, entre otros platos generosamente regados. Así que esta Nochevieja ya sabe, chupe con fruición pero no trague tanto.
Que aproveche y hasta el año que amenaza con venir.
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