Secciones
Servicios
Destacamos
Esta maldita enfermedad que nos ha cambiado la vida también nos ha vuelto más fríos. En la profesión periodística, el calor y la cercanía con los protagonistas de las historias son parte indesgajable de la propia narrativa. No es lo mismo ni mucho menos contemplar ... los ojos de una persona que te cuenta lo que le ocurre, sea lo que sea, que imaginarlos a través de un teléfono.
Por eso, aun siendo por teléfono, me resultó igual de desgarrador el testimonio que quiso dejar patente una de las tantas personas que llaman a diario al periódico. No me dio su nombre, no quería personalizar un drama que ha sido de muchos en esta tragedia. El suyo, por desgracia, era un caso más de los que han sufrido la pérdida de un ser querido por el COVID-19.
Con voz serena, algo ahogada pero tranquila, mi comunicante explicaba que su marido había fallecido en una residencia de mayores por coronavirus. No achacaba la viuda la culpa más que al maldito bicho, pero sí tenía un reproche: no sólo se había quedado sin el hombre de su vida, sino que, además, su pérdida se había vuelto invisible al no figurar el óbito en los registros contables de la pandemia.
«Mi marido ha muerto por coronavirus, eso no me lo puede negar nadie, pero es indignante que los datos oficiales no reflejen que en su centro haya habido casos», me contaba apesadumbrada sobre el caos de datos de esta crisis. No pude más que darle la razón y el pésame. Por ella, y por tantos como ella, va este pequeño recuerdo. In memoriam.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.