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La memoria es flaca y la gratitud no existe. Creo que es sobradamente sabido y en el ámbito de la política, más que en ningún otro. Alemania, un país considerado amigo si los hay, nos lo está demostrando. A los españoles y a otros socios ... en la UE que asumen su liderazgo.
Ante la crisis humanitaria que nos ha deparado la pandemia de COVID-19, su solidaridad apenas ha pasado de las buenas palabras. A la hora de concretarlas en una contribución comunitaria frente a los problemas que se plantean para vencer al virus y afrontar la reconstrucción de la economía y en otras facetas, escurre el bulto.
Es un caso similar, por diferentes razones, a la experiencia vivida hace 75 años por una Alemania destruida, aunque por diferentes causas: una pandemia que nadie quería ni nadie propició y una contienda que Alemania desencadenó y expandió hasta dejar más de 50 millones de muertos.
Alemania quedó fragmentada y deshonrosamente vencida. Fueron entonces muchos los países que optaron por perdonar la salvajada y contribuyeron a restaurar una normalidad, difícil y precaria pero tan eficaz que en pocas décadas la reconvirtió en la primera potencia de Europa. La historia nos recuerda el holocausto y aquellas agresiones contra las soberanías ajenas.
Años después, algunos países como España colaboraron decisivamente a que consiguiese su reunificación. Fue una operación compleja que no habría llegado a feliz término si algunos países agraviados por el nazismo hubiesen optado por aquella frase de Miterrand: «Amo tanto a Alemania que me encanta que haya dos».
Estos días hemos vivido la tibia actitud nula de la canciller Angela Merkel, estimulada por los 'halcones' de su partido, a poner obstáculos en las reuniones de jefes de Gobierno a la contribución económica que los socios damnificados necesitan para poder recuperar la normalidad perdida. Fue, a la sombra del Gobierno ultra holandés, que bloqueó los famosos coronabonos.
Era una oposición que tenía bien ensayada en la crisis de 2008, cuando se contempló la creación de eurobonos para ayudar a los países que más la sufrían. Ya entonces se vio la estrategia de Berlín, y ahora se repite. Con la agravante de que se trata de salvar vidas y conservar economía, que también debería interesar a Alemania.
Mientras, el Tribunal Constitucional alemán torpedea que el BCE, sobre el que no tiene competencias, haya facilitado créditos que ve ilegales y se opone a que el Bundesbank participe en ellos como los demás bancos nacionales europeos. Y eso al cumplirse 75 años de la derrota alemana en la II Guerra Mundial. Sí, la memoria es flaca.
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