Mejorar investigando
EDITORIAL ·
Las buenas noticias sobre las vacunas no pueden servir de argumento a la irresponsabilidad frente al virus ni conducir a la impasibilidad institucionalEDITORIAL ·
Las buenas noticias sobre las vacunas no pueden servir de argumento a la irresponsabilidad frente al virus ni conducir a la impasibilidad institucionalLa participación de tres hospitales españoles en la fase 2 del ensayo clínico de la vacuna frente a la COVID-19 en la que trabaja la farmacéutica Janssen, anunciada ayer por el ministro Salvador Illa, constituye una muestra de reconocimiento hacia la solvencia de nuestro sistema sanitario y una oportunidad para el desarrollo del conocimiento y la investigación en la materia en nuestro país. La noticia se suma a la previsión de que España, como parte de la UE, podrá acceder en diciembre a la vacuna que desarrolla la compañía AstraZeneca con la Universidad de Oxford. Lo que alienta expectativas de poder empezar a atajar el coronavirus mediante la concurrencia de diversas vacunas a lo largo de 2021. Pero que se vislumbre ese horizonte no significa que esté cerca el final de la pandemia. Hace falta que las vacunas sean realmente efectivas para un número creciente de personas, y perfectibles mediante el flujo constante de información científica entre distintos centros de investigación.
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Será además necesaria su universalización de las vacunas más significativas mediante acuerdos internacionales que contrapesen el impulso industrial competitivo y la legítima búsqueda de beneficios. La naturaleza misma de la pandemia hace que resulte imprescindible romper mediante la inmunización inducida la globalidad de las cadenas de contagio, facilitando que las vacunas estén presentes en todas las regiones del mundo. Junto a ello ha de tenerse en cuenta que el desarrollo de vacunas para la COVID-19 permitirá avanzar, gracias a sus ensayos, en la búsqueda de respuestas a otras patologías. Empezando por la mejora de los tratamientos para el propio coronavirus.
De ahí que resulte obligado recordar también que cobran especial importancia las investigaciones y ensayos que la medicina clínica está realizando tanto en nuestro país como en otros a partir de la experiencia vivida en los últimos meses en hospitales, centros de salud y residencias. Pero las buenas noticias en la carrera contra el coronavirus y el propio anuncio de que contaremos con una vacuna en poco más de tres meses no pueden servir de argumento a la irresponsabilidad por parte de los ciudadanos, ni conducir a las instituciones públicas a la impasibilidad frente a esta segunda ola de la COVID-19 cuyas causas precisas y cuya posible evolución siguen siendo una gran incógnita.
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