La mascarilla no era suficiente. La última herramienta anti-COVID rehabilitada con más pompa que sentido por Pedro Sánchez se había quedado corta antes de nacer. Algo que ha forzado a las autonomías a adoptar decisiones a medida del avance inapelable de la sexta ola. ... El Gobierno de La Rioja, que se había resistido como gato panza arriba a resoluciones que significasen restricciones y que afectasen a la actividad de la hostelería, ha chocado con la realidad de una terrible curva pandémica. Quizás tarde pero esta vez, antes del Consejo de Gobierno extraordinario de ayer, los técnicos de salud impusieron sus criterio sanitarios a argumentos más economicistas de otra parte del gabinete.
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No quedaba otra, aunque una segunda Nochevieja sin fiestas sin cotillones ni bares anuncie un paisaje desolador para quienes habitan a los dos lados de las barras. Para los ciudadanos, especialmente para los jóvenes, es un golpe a su vida social. Pero el trago es mucho peor para el empresariado hostelero, para los trabajadores que encuentran en estas fechas la oportunidad para agarrar un contrato siquiera de unas horas; para los abastecedores de bares y discotecas; para, en fin, tantos que aún confiaban en encontrar en este fin de año una vacuna económica para sus cuentas y sus cajas registradoras mayormente exangües. El sacrificio, sin duda, es enorme. Y es comprensible que los hosteleros traten a la desesperada de defender sus negocios en la vía judicial. Pero conviene no olvidar que hablamos de una pandemia provocada por un virus que mata. No hay otro culpable ni nadie está señalando a nadie como parece sugerirse desde una parte de la hostelería.
No podemos instalarnos en la comodidad de creer que la última variante del virus, Ómicron, es menos letal que sus precedentes. Ni convencernos a nosotros mismos de que las vacunas lo arreglan todo. Por eso, aunque desde las administraciones se insista en las apelaciones a la responsabilidad individual, que no están de más porque hablamos de personas adultas y con acceso a la información, es más necesario que nunca que el enfoque de salud pública esté presente, aunque a veces duela, como pasa con las vacunas. Por eso, las medidas adoptadas ayer eran indispensables y las mínimas que se podían esperar en una situación que, por más vueltas que se le dé, es extrema.
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