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Medidas dispersas

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Editorial ·

Los ahorros que se prevén con los nuevos tramos horarios para el consumo eléctrico dificílmente incentivarán un cambio de rutinas

Miércoles, 2 de junio 2021, 02:00

La nueva estructura tarifaria del suministro eléctrico pretende –como intención del ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico– que un volumen creciente del consumo se traslade a las horas en las que la demanda energética es menor para racionalizarla y evitar las inversiones que exigiría el mantenimiento de la oferta en los momentos en los que se dispara su uso. La medida entró en vigor ayer, mientras el Consejo de Ministros aprobaba el proyecto de ley del Fondo Nacional para la Sostenibilidad del Sistema Eléctrico, y analizaba un anteproyecto para corregir la alta cotización de los derechos de emisión del CO2. La diferenciación entre tres tramos horarios incentivaría –según el parecer del Ministerio y de la CNMC– que los usuarios traten de aprovecharse de las rebajas que ofrece el nuevo recibo, y con ello revisen también sus hábitos de consumo eléctrico. Distinguiendo para ello entre «cargos» –financiación de renovables y déficit de tarifa– y «peajes» –transporte y distribución de la electricidad–, que a su vez facilita la tarifación horaria. La disponibilidad de una conexión con la red eléctrica a un precio razonable forma parte del bienestar a compartir por todos los ciudadanos. La nueva estructura tarifaria pretende incluir el ahorro energético entre las prioridades de los consumidores, incrementando el porcentaje del coste de la luz respecto a los demás aspectos que viene recogiendo el recibo, alentando el autoconsumo y propiciando que los coches eléctricos puedan cargar sus baterías en el tramo de 'valle' nocturno. Pero exceptuando esta última ventaja, es probable que solo la conciencia de contribuir a la sostenibilidad general podrá propiciar que los consumidores trasladen la actividad cotidiana que precisa de electricidad del horario 'punta' a las horas 'llano' y 'valle'. Los ahorros medios que el Ministerio, la CNMC o las organizaciones de consumidores prevén para cada usuario –que ni en el mejor de los casos llegan a 200 euros anuales– difícilmente incentivará un cambio drástico de rutinas horarias, con la realización de tareas domésticas de madrugada. A no ser que la iniciativa confluya con otras medidas en cuanto al encendido pautado de los distintos electrodomésticos, la reducción de consumos, la innovación en los aparatos eléctricos y el aislamiento de las viviendas. Aspectos que, junto al Fondo para la Sostenibilidad del Sistema y la contención de los derechos de emisión, deben estar presentes en los proyectos europeos.

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