La decisión del Ministerio y las comunidades autónomas de reducir a siete días el periodo de aislamiento de los positivos con síntomas leves puede tener una justificación epidemiológica, avalada por la Comisión de Salud Pública, aunque la OMS no se mostró ayer entusiasmada con la ... idea. Lo que resulta más discutible es que se cambie de criterio cuando aún no se ha llegado al pico de la sexta ola y en medio de las celebraciones navideña. Con ello, frente a las medidas restrictivas se estaría enviando un mensaje de relajación a las personas infectadas y a su entorno. El protocolo de los diez días se fijó para asegurar que, con excepciones, la carga viral se rebajase hasta impedir la transmisión comunitaria. Distintos virólogos se han pronunciado incluso a favor de limitar la cuarentena a cinco días, y así lo ha determinado EEUU, pero es imposible predecir cuál será el efecto de la medida cuando crecen los infectados jornada a jornada. Si la persona contagiada ha de evaluar si tiene síntomas leves para poder salir del aislamiento, es lógico que tienda a sentirse asintomático o trivialice el malestar que padece ante la Nochevieja, Reyes o cualquier plan vacacional. Tratando de alentar así la actividad social y económica se corre el riesgo de que enero ofrezca un panorama aun más aciago del pronosticado hasta ahora, con el propio Gobierno intentando prever dificultades para el reinicio del curso académico. Pedro Sánchez afirmó ayer en el tradicional repaso del año –un balance que en La Rioja también ha cumplimentado el alcalde de Logroño– que el COVID no ha frenado sino acelerado la modernización de España. Se trata de una consideración muy osada, dado que la pandemia ha ahondado las brechas de la desigualdad, la reactivación parte del gran bache del pasado año, y la transformación del modelo productivo depende de la gestión de los fondos europeos. Y, sobre todo, la sexta ola persiste sin que nadie pueda garantizar que no le suceda una séptima. Aunque la gran capacidad infectiva de la variante Ómicron empiece a verse como una eventual oportunidad para la inmunización de las sociedades desarrolladas al converger con las vacunas, está causando efectos muy adversos sobre la salud de millones de personas, bien directamente o a través de la presión que ejerce sobre cada sistema sanitario. Por tanto, resulta más que precipitado garantizar que Ómicron es la variante definitiva que convertirá el SARS-CoV-2 en una compañía endógena de las poblaciones humanas en 2022.
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