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El comportamiento del empleo en España ha mejorado en relación a la evolución de la economía cuando la crisis derivada del COVID-19 hacía temer que se precisaría un mayor ritmo de recuperación que el actual para la generación de nuevos puestos de trabajo. Pero ... superada la cifra histórica de 20 millones de cotizantes a la Seguridad Social, queda por ver hasta qué punto tasas de crecimiento del 4,3% para este año y del 3,5% para el siguiente van a ser capaces de mantener al alza la mejora del mercado laboral tanto cuantitativa como cualitativamente. Y ello teniendo en cuenta que, del mismo modo que ocurre con el PIB, no hemos sido todavía capaces de recuperar las horas trabajadas previas a la pandemia. Los esperanzadores datos del empleo en nuestro país continúan ofreciendo un nivel de paro que duplica la media europea, un 13,5% frente a un 6,2% de la UE. Ese diferencial estructural es causa y efecto de los problemas de competitividad de nuestro tejido productivo. El hecho de que los resultados finales de este año dependerán en buena medida de la activación prevista del turismo doméstico e internacional vuelve a recordarnos que desde la crisis de 2008 el modelo económico español no ha experimentado todos los cambios que entonces se hicieron tan evidentes. El auge del empleo relacionado con las tecnologías de la información, la ciencia y la educación, aun siendo relevante, no alcanza los niveles requeridos para un nuevo patrón de crecimiento.
La fuerte presencia de la contratación pública en el último período advierte asimismo de las dificultades que atraviesan muchas empresas para generar nuevos puestos de trabajo ante la especial incertidumbre por la guerra en Ucrania, las tensiones energéticas y la inflación. Al tiempo que es un contrasentido que las administraciones estén aportando menos estabilidad al empleo que el resto de la economía. El aumento de los autónomos ofrecería una señal ambivalente, de un ánimo emprendedor enormemente positivo pero también de externalización de tareas por empresas e instituciones que evitan así ampliar plantillas. El retraimiento del teletrabajo es también indicativo de la renuencia a la innovación. El empleo nos ha ofrecido muy buenas noticias en medio de tanta zozobra. Pero Gobierno y agentes sociales deben fijarse más en las debilidades que muestra el cuadro en comparación a la UE para percatarse de que nuestras mejoras están siendo excesivamente lentas y limitadas.
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