Las mascarillas de los cerdos

Me gustaría entender qué neurona se activa en el seso de un ser presuntamente civilizado que le lleva a cargar un televisor de culo gordo en el auto y a echarse al monte cuesta arriba con el estúpido fin de despeñar el Telefunken en un ... hayedo inaccesible. Lo he visto. El televisor despeñado, digo. Y más. Cosas que no creeríais sin necesidad de viajar a Orión ni de bordear la Puerta de Tannhäuser. El punto limpio de algunos está donde canta la calandria, nacen los boletus edulis o se aparean los ciervos en temporada. Así que asombra el asombro del equipo de Gobierno de Villamediana al descubrir colchones, lavadoras y escombros en los márgenes del Iregua, tan al alcance de los cerdos, como para llenar seis camiones. Lo asombroso es que, en años, nadie antes hubiera hecho esa limpieza. Ahora se lleva ensuciar los caminos, veredas y regatos con mascarillas usadas. Las mascarillas de los cerdos. Mucho menos aparatoso que despeñar una tele pero igual de guarro.