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La celebración del Día Internacional de la Mujer el próximo 8 de marzo vuelve a denunciar la flagrante desigualdad de género que se produce en las relaciones laborales y profesionales. Desigualdad en los salarios y cotizaciones, en la distribución de las tareas y funciones, en ... la promoción interna, en la conciliación con la vida personal, en cuanto a la participación en los procesos de decisión, en la constitución de los núcleos de poder en empresas y administraciones, en la gestación de relaciones informales de influencia. La feminización creciente de determinados sectores de actividad -como los cuidados, la enseñanza, la sanidad, la administración de justicia, el comercio, los servicios de limpieza, o la industria conservera e intensiva en labores manuales- va acompañada de una mayor contención en las remuneraciones y de una mayor precarización en sus condiciones laborales que en los sectores ocupados fundamentalmente por hombres. La situación interpela a las instituciones en cuanto a la promulgación y aplicación de una normativa que establezca principios y criterios aleccionadores junto a medidas efectivas en aras a la igualdad. Interpela a las empresas a la hora de implantar estrategias de género en la ordenación de los recursos humanos; desde las pautas de selección de sus empleadas y empleados hasta la paridad en sus órganos de gobierno.
Interpela a la representación sindical, que se encuentra mayoritariamente en manos de hombres, gracias también a que las tareas del hogar y la obligaciones familiares recaen sobre las mujeres; cuando además los sectores laborales feminizados cuentan con menos resortes de defensa de sus intereses. E interpela a los hombres de la pareja, a los hijos varones, a los padres; puesto que de una distribución justa de compromisos y oportunidades en el seno de la familia depende la igualdad efectiva. En nuestro país acceden a la universidad más mujeres que hombres. Pero la relación se invierte en el mercado de trabajo, con once puntos porcentuales a favor de los segundos.
Lo que sitúa a España entre los últimos socios de la UE en lo que se refiere a mujeres activas laboralmente. Ni las administraciones y entidades públicas, ni los empleadores privados pueden continuar mirando hacia otro lado ante la misoginia que invade el ámbito de las relaciones laborales y profesionales, haciendo de la desigualdad el estado natural de las cosas. El cambio protagonizado por las mujeres está logrando superar el fatalismo a través del que se impone la sociedad patriarcal. Es lo que demostrará también este año un 8 de marzo de empoderamiento.
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