José Ibarrola

Sin salud mental no hay salud

Las administraciones deben asegurar que la sociedad disponga de soluciones reales y accesibles para todos los ciudadanos que impacten en su calidad de vida

Marta Sempere

Vicepresident People&Culture Coca-Cola Europacific Partners Iberia

Viernes, 6 de octubre 2023, 00:30

Mañana no puedo, tengo psicólogo». «No puedo quedar a esa hora, tengo cita con mi psicólogo». Estas simples frases, habituales para las nuevas generaciones y que se pueden considerar 'trending topic' en medios y redes, hace unos años eran impensable. Simplemente era un tema tabú. ... No era habitual que una persona contase abiertamente que iba al psicólogo, que cuidaba su vida personal o que evitaba realizar ciertas acciones porque impactaban en su salud mental. Esto antes era inimaginable porque, en el mejor de los casos, el resto de las personas lo entenderían como un síntoma de debilidad. En el peor era sinónimo de locura.

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Y es verdad que en muchísimas ocasiones sigue existiendo rechazo, discriminación y estigmatización hacia las personas con depresión, trastornos alimenticios o cualquier otro problema, pero en salud mental, como en la igualdad de género o sostenibilidad, hemos avanzado mucho, pasando del completo silencio a debatir y preocuparnos explícitamente por ella.

Especialmente desde la pandemia (por el aislamiento social, duelo, soledad…), la salud mental ha cobrado gran protagonismo. Los medios de comunicación están inundados de titulares tipo 'La salud mental en la empresa y su desafío en la gestión de personas', 'La mitad de los jóvenes de la generación Z, en tratamiento para abordar sus problemas de salud mental' o '¿Qué pueden hacer por la salud mental unos minutos de ejercicio?'. De hecho, en los últimos meses, muchas personas públicas (Alejandro Sanz, Ricky Rubio, Selena Gomez, Simone Biles, Shawn Mendes…) han anunciado a sus millones de seguidores que necesitaban un tiempo para cuidar de su salud mental.

Este tipo de manifestaciones sirven de inspiración y nos hacen reflexionar sobre si debemos poner orden en ciertos aspectos de nuestra vida. Porque la salud mental es mucho más que la ausencia de trastornos mentales, tal y como indica la OMS: es un estado de bienestar mental que permite a las personas hacer frente a los momentos de estrés, desarrollar sus habilidades, poder aprender y trabajar adecuadamente y contribuir a la mejora de su comunidad. Es un derecho humano fundamental.

Cuidar de nuestro yo interno no puede ser como la búsqueda de El Dorado, un sueño que aspiramos conseguir pero que parece imposible por las dificultades económicas, la incertidumbre ante el futuro, la permanente conexión digital, el sedentarismo, las largas jornadas laborales…

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Hay situaciones que generan estrés que no se pueden resolver fácilmente; por ejemplo, aquellas relacionadas con el trabajo. De hecho, la Agencia Europea para la Seguridad y la Salud en el Trabajo confirma que cuatro de cada diez trabajadores piensa que el estrés no se gestiona adecuadamente en el entorno laboral. Por eso, las organizaciones no podemos mirar a otro lado y tenemos que ponernos manos a la obra.

De hecho, en 2022, un 27% de los trabajadores se planteó dejar su empleo, de acuerdo con Infojobs y Esade. Y la principal razón era para proteger su salud mental. Por encima de la búsqueda de mejores condiciones económicas. Parece que empieza a ser más importante que un mejor salario.

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Flexibilidad, autonomía en la gestión de la agenda, conocer los objetivos a medio y corto plazo para poder priorizar, tener herramientas digitales que faciliten el trabajo colaborativo y el acceso a la información, entornos inclusivos y diversos, estilos de liderazgo positivos… son claramente elementos que fomentan una salud positiva en el entorno laboral. Y una buena salud mental influye en la productividad, la capacidad de reacción, la agilidad en la toma de decisiones, una mayor creatividad… así como en la propia atracción y retención del talento.

Las empresas debemos poner en marcha iniciativas que aseguren el bienestar mental de sus trabajadores: a través de programas de ayuda al que puedan dirigirse, creando una red de personas formadas en este ámbito que ayuden a sus compañeros, promoviendo talleres con expertos, desarrollando herramientas online con materiales útiles… pero, sobre todo, hablando con trasparencia de ella e incluyéndola en la estrategia de gestión de personas. Debemos asumir nuestra capacidad de influir siendo 'role models' de comportamientos, conversaciones y decisiones que refuercen un entorno de trabajo sano y positivo para nosotros y nuestros equipos.

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Debemos de ser conscientes de que sin salud mental no hay salud. Así de simple. Porque una deficiente salud mental repercute en la salud física, así como el aumento de la falta de seguridad en uno mismo. Además, podría generar situaciones de aislamiento social e inestabilidad económica.

Y la solución no pasa por «ir al médico para ver si me receta algo». Según datos de la encuesta sobre alcohol y otras drogas en España (Edades 2022) del Ministerio de Sanidad, el 7,2% de la población española (entre 15 y 64 años) reconoce consumir hipnosedantes a diario, cifra que refleja una tendencia al alza. Por eso, las administraciones deben comprometerse y asegurar que la sociedad disponga de soluciones reales y accesibles para todos los ciudadanos que impacten, directamente, en su calidad de vida. Pero no solo hay que cuidar la salud mental de los ciudadanos actuales, hay que invertir en el futuro, protegiendo así a los niños y adolescentes que serán los ciudadanos del mañana. Porque hasta que la salud mental y la salud física tengan la misma prioridad queda mucho camino por recorrer. Y hoy es un buen día para comenzar a andar.

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