En este tiempo de certezas inmediatas, les planteo una duda: prefieren ver una exposición de arte bajo una penumbra íntima o con plena iluminación. Los miopes tendemos a buscar todas las ayudas posibles para superar nuestra limitación visual, pero a veces sucede que cuando menos ... crees ver, más te esfuerzas en mirar, y ahí aparecen los hallazgos. En la exposición temporal del Museo Thyssen de Madrid entras en una oscuridad premeditada. Las paredes pintadas de morado para albergar 'Maestras' dan al recorrido una noción de túnel en el tiempo, como si todo hubiera estado en la oscuridad de los márgenes y los focos cenitales situados sobre los cuadros nos estuvieran diciendo, mirad lo que os habéis perdido. Quizá por eso, por ese afán por deslumbrar en medio de lo que estaba en sombra, llama tanto la atención la descomunal mosca negra.
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El insecto, grande como un botón de gabán, estaba posado sobre un cuadro como si fuera real y no parte del mismo. Con la textura de un peluche, y tan gruesa que se le podría peinar el lomo, casi se escucha su zumbido por la sala en la que el Thyssen recorre las baldosas del arte que fijaron las mujeres desde el Renacimiento hasta nuestros días. Ahí está la mosca, desmesurada y áspera sobre el melón abierto que pintó Giovanna Garzonni en 1650; la fruta es tan jugosa que la miras con sed, de ahí el asco que de pronto sientes al ver hundidas sus patas. Ese asco está también en la naturaleza muerta de Fede Galizia, que llenó de melocotones tersos un frutero de cristal y, afuera, membrillos, uno de ellos abierto y lo suficientemente negro y oxidado como para decir, eso no me lo comería. El repelús es más sutil en el bodegón de flores exuberantes entre las que aparecen reptiles e insectos, pétalos podridos, y trozos de frutas demasiado maduras, pudriéndose.
¿Qué preferimos ver cuando miramos lo que tenemos delante? El arte es una representación de la realidad, y me pregunto si queremos ver todo o solo lo que no nos provoca rechazo. Me surge esta duda ante los cuadros del siglo XVII que sugieren un tratado de entomología forense, mientras en el siglo XXI una investigación periodística ha sacado a la luz la violencia sexual en el ámbito del cine. Es otro cuadro el que ha pintado el periódico El País; el de la relación de poder de un director con tres trabajadoras del sector, pero tiene el mismo hedor que sobrevuela en la sala en semipenumbra del Thyssen. La exposición termina este domingo, 4 de febrero, así que aún están a tiempo de ir a ver la mosca. Y no se preocupen por la luz, solo hay que atreverse a ver el elefante en la habitación para que todo quede claro.
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