'Aftersun'
Ver una película dos años después de su estreno parece dejadez, pero es más bien rebeldía
Marta San Miguel
Lunes, 9 de septiembre 2024, 00:55
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Marta San Miguel
Lunes, 9 de septiembre 2024, 00:55
Me recomendaron la película durante una cena, mientras los brazos se cruzaban por encima de la fuente del centro donde estaban los entrantes. Tienes que verla, me insistió el fan, sorprendido porque medio año después de su estreno aún no lo hubiera hecho. Entonces, alguien ... que servía agua detuvo la jarra para mirarnos: «Esa película es la hostia», dijo en medio de esa pausa un tanto dramática. Tras su análisis, siguió sirviendo, pero el chorro sonó como un grifo mal cerrado. No sé qué hacen cuando les recomiendan algo mucho y fuerte; una película, un libro, un restaurante, una receta con un superalimento, una aplicación, ¿son de los que corren para comprobarlo o lo dejan para más adelante, cuando el entusiasmo colectivo ha pasado y también su ruido interferencial?
Ha pasado más de un año de aquella cena y ahora que se acaba el verano he visto al fin la película recomendada, tan laureada, de la que tanto se habló, que llegó hasta la nominación al Oscar de su protagonista y que se puso como ejemplo en festivales y medios especializados: al fin he visto 'Aftersun'. Pero en vez de sentir que he cumplido con cierto cometido formativo de nuestro tiempo, lo que me viene a la cabeza mientras escribo esta columna es el tipo de la jarra de agua, porque la película no es la hostia, sino justamente lo contrario: es sutil, sencilla y lenta. ¿Se acuerdan de cuando las cosas eran así?
El título de la cinta en inglés se pronuncia 'aftersan', convirtiendo la u en una a, y no como lo decíamos de pequeños cuando te embadurnaban con esa crema, que a la española decíamos aftersún, con tilde en la u. La película cuenta una semana de vacaciones en Turquía de un padre con su hija y verla ha sido como volver a embadurnarte de esa crema que te calmaba las rojeces tras un día al sol, esa crema que no servía para mucho pero suponía absolutamente todo; el tacto de las manos de tu madre, el olor dulzón que anticipaba quizá una cena fuera, quizá una visita a las ferias o salir a cazar grillos, o que tu padre te llevara en brazos a la cama o irte a dormir sabiendo que al día siguiente solo había que hacer nada en la playa, o en el pueblo, o a la sombra de una higuera cuando no había avispas asiáticas.
No sé qué tipo de categoría cultural es decir que algo es la hostia, pero ver una peli multipremiada dos años después de su estreno puede parecer dejadez pero hoy me parece rebeldía. Y digo esto un lunes por la mañana con atascos por la vuelta al cole y bandejas de entrada repletas de correos: hoy vuelve a haber novedades, ruido interferencial, nos llegarán decenas de recomendaciones, algo que requiera su atención o su juicio. Sean la «hostia» y no corran; lo bueno siempre aguarda.
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