Vive el maldito Caín olvidado hasta que llega el tiempo de confección de listas electorales. En política el tiempo de los 'caínes' no hace florecer los almendros sino que remueve las aguas de los albañales y de las bajas pasiones de la condición humana. Y ... es que cada día la política es más impermeable a la grandeza que los antiguos concedían a su ejercicio y su praxis actual pone en duda que se busque, como soñaron los constituyentes de Cádiz en 1812, la felicidad de la Nación y de los individuos que la componen.
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Estos días hemos visto múltiples señales que ratifican tan pesimista afirmación de la que ningún partido está libre de culpa. Eso de que en las listas electorales van siempre los mejores es una fantasía para estimular a los más fieles. Todo es mucho más prosaico. El ejemplo más mediático ha sido la exclusión de Irene Montero de las listas electorales de la coalición Sumar. Dado que la humildad no es una característica de Montero, ni tampoco de su valedora Ione Belarra, su exclusión ha sido catalogada como un agravio para quienes la consideran la encarnación de la verdad suprema. Por contra ha llenado de satisfacción a otros caínes que no soportaban sus aires de superioridad. Que te dejen caer de lo más alto debe dejar el cuerpo lleno de morados. Nunca es agradable que te apliquen tu propia medicina.
A las filas del PSOE, tras la derrota del 28M, ha llegado la melancolía y el miedo a un nuevo y premonitorio fracaso. Los caínes se han movido entre bambalinas hasta concluir que lo mejor era incluir en las listas a muchos de los derrotados en la última contienda. Humanamente significa dar sosiego y cobertura laboral a los afectados por la sentencia ciudadana pero políticamente significa decirle al electorado que si no quisieron taza, ahora les ofrecen taza y media. Y es que muchos de los cuadros de los dos grandes partidos están compuestos por personas cuya principal trayectoria laboral se reduce a la organización a la que pertenecen. Esta evidencia es lo que ha llevado a Feijóo a tranquilizar a los suyos: «Si ganamos, habrá sitio para bastante gente». Es decir, que nadie se mueva ni levante la voz aunque no vaya en las listas porque habrá para todos. En Vox no tienen problema porque Abascal decide y el resto obedecen, es un partido en el que el principio de autoridad es tan indiscutible como la trayectoria laboral en el PP de su líder que no tiene empacho en situar al frente, como en Valencia, a un condenado por esa violencia de género que niegan. En Ciudadanos han erradicado el problema de cuajo, no se presentan porque seguramente ya no tenían gente para hacer listas pues los que quedaban han buscado refugio para sus nóminas en el PP.
Los caínes son maldecidos pero vencen y hastían al ciudadano Abel que ya ha perdido la inocencia y la paciencia.
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