Resulta que Eva Amaral canta a pecho descubierto y, de pronto, un coro de enfadados y ofendidos y un festival de insultos y desprecios hacia la cantante ha inundando esta España nuestra. Claro que esto no es Afganistán, ni Arabia Saudí, ni Irán adonde envían ... a Amaral los más recalcitrantes como excusa para no reconocer que un cierto olor a censura invade nuestra cultura occidental. De las que siguen en el medievo ni hablamos. El gesto de Amaral es solo un símbolo, un recordatorio de que no hay que dar un paso atrás en nuestras libertades, en general, y en la de las mujeres en particular. ¡Que las mujeres somos más que tetas ya lo demostramos a diario! Pero ningún prejuicio puede imponernos que expresemos libremente que estamos hasta las mismas tetas de que las cosas que tienen que ver con nosotras y nuestros cuerpos sean objeto de mercadeo político cuando se niega la violencia de género, se censuran obras artísticas feministas, se intenta que las religiones nos impongan su moral, etc., etc.
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Hace poco un policía de Murcia, en la fiesta del Orgullo, detuvo un concierto porque la cantante Rocío Saiz exhibió sus pechos. ¿Es una anécdota o es un síntoma de la censura que viene?
En 1975, todavía vivía Franco, ocurrió que, en Cáceres, un cabo llamado Piris vio a varios muchachos mirando en el escaparate de una librería una reproducción de La maja desnuda, de Francisco de Goya. De inmediato, Piris ordenó la retirada de tal inmoralidad. El cachondeo fue tal que llegó a la prensa internacional por lo que el pleno municipal, a fin de defender lo que al sentido común parecía indefendible, felicitó al cabo Piris por su celo en defender la moralidad cacereña.
Manuel Vázquez Montalbán escribió en 'Triunfo' que «toda la España sensata» debía realizar «una campaña radical de apoyo moral al librero» y añadió: «Esperad la llegada de todos los cabos Piris que quedan entre nosotros... y obligadles a que actúen según la ley de su instinto, según la oscura verdad de sus propios ojos». No todos los ojos ven igual, ni siquiera en el arte.
El flamenco Michiel Coxcie pintó para Felipe II una Alegoría de la redención con una Virgen con el pecho descubierto junto a su hijo resucitado. Otros muchos pintaron a la Virgen dando el pecho a Jesús, con toda la dignidad de una madre, hasta que el Concilio de Trento prohibió esa imagen y muchos pechos virginales fueron cubiertos por el paño de pudor.
El cabo Piris no fue como la Santa Inquisición sino el producto de un tiempo en el que el espíritu de Trento prevalecía sobre la libertad. Así que para prevenir el eterno retorno de la moral de Trento hay que insistir en que no queremos viajar en el túnel del tiempo. Disculpe, el que se haya molestado, porque a pecho descubierto recordemos alto y claro que empezamos a estar hasta las tetas.
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