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Es tal la riqueza de nuestro idioma que es una delicia reflexionar sobre las posibilidades interpretativas de cada una de nuestras palabras. Les confieso mi fascinación por la conjunción adversativa «pero». ¿Por qué? Pues porque si tras una rotunda afirmación añades un «pero» puede llegar ... a negarla, sin parecer tan ofensivo como si soltaras una burrada a bocajarro. El «pero» es en el lenguaje como los números enteros de distinto signo en matemáticas (un 1 negativo y un 1 positivo dan un resultado 0). Es decir, afirmar una cosa y añadir un «pero» puede originar la negación de lo afirmado sin sonrojar a quien lo hace. Claro que esta finura lingüística está tan manoseada que ya no engaña a nadie. Por ejemplo:

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larioja Sí, pero no