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Lo cutre suele ofrecer imágenes imborrables. Las fotografías de las francachelas de Luis Roldán, el que fue director general de la Guardia Civil, publicadas por Interviú en 1994, permanecerán indelebles en la memoria de generaciones. La visión de un alto responsable de la seguridad del ... estado en calzoncillos en una juerga con amigos y prostitutas es un thriller de medio pelo que formará parte de la enciclopedia (todavía por escribir) de la corrupción en España. Aunque sabíamos que estas conductas haberlas haylas, no veíamos tanto cutrerío hasta la aparición de la trama Mediador encabezada por el diputado socialista, en tan selecto ambiente, Tito Berni. Una trama de comisiones a cambio de favores pagados, cómo no, con mujeres, cocaína y euros.
Entre los detalles que han asombrado a toda España destaca la forma con la que el general de la Guardia Civil, Francisco Espinosa, implicado en esta red de comisionistas, se refiere a su amante: 'Chocho Volador'. Desde luego, el ingenio metafórico del general puede ser el inicio de una antología poética (todavía por escribir) sobre la erótica pornográfica de la corrupción española. ¡Qué finura imaginativa!, el general volando hacia el placer tras cobrar mordidas, como los 60.000 euros guardados en una caja de zapatos. Ahora, desde la prisión seguirá sobrevolando en sus recuerdos el cuerpo de 'Chocho Volador' sin ningún riesgo de despeñarse en un equívoco movimiento.
A mi mente acude también el recuerdo de Alejandro Halffter, que tras felicitar a los policías que trataban de no incriminar a Francisco Granados, consejero de Esperanza Aguirre (el del millón de euros en el altillo de su suegro que declaró que se lo habían dejado los montadores de Ikea), les espetó que aquello había que celebrarlo «con un volquete de putas».
Una vez más, las mujeres como moneda y los señores estupendos viviendo con sus esposas tan panchos. Y es que los vicios privados conviviendo con las públicas virtudes son tradición en este país. Me viene al recuerdo una anécdota que cuenta Fernando Díaz Plaja en su Anecdotario de la España franquista. Cuando visitaban España obispos extranjeros en plena dictadura, quedaban extrañados de que, en un país tan católico y severo con la moral pública, las casas de prostitución estuvieran toleradas o protegidas oficialmente. Los obispos españoles les explicaban que era un buen remedio que «permitía que los fogosos españoles se desahogasen con mujeres ya perdidas, respetando así la virtud de las púdicas novias que tenían que ser esposas y madres de sus hijos».
Así que el diputado Tito Berni, el día que votó en el Congreso contra la prostitución y la explotación sexual, siguiendo la vieja tradición española, se fue al Club Sombras a desfogarse como buen hipócrita con una puta regalada. Él sí que es una puta vergüenza.
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