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Pedro Sánchez, tras su público desplome emocional, decidió continuar con más fuerza si cabe. Eso ha dicho. Nada que objetar a ese «punto y aparte» pero he de reconocer que me sorprendió. A bote pronto, decidió parar y reflexionar y así se nos mostró humano. ... Demasiado humano, diría Nietzsche. Su carta inicial me trajo el eco de esa canción de Patxi Andión que concluye con un rotundo: «Me está doliendo una pena... y me tengo que callar». Él no quiso callar y nos lo contó. A mí esa prueba de debilidad me pareció que podía fortalecerlo en lo personal pero tengo mis dudas de que lo hiciera en lo político.

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